A telón abierto

viernes, 8 de mayo de 2020 01:01
viernes, 8 de mayo de 2020 01:01

El próximo lunes se cumplirá un nuevo aniversario del natalicio de Fray Mamerto Esquiú. Fue precisamente un 11 de mayo de 1826, en La Callecita, Piedra Blanca, cuando nació el ilustre franciscano, a quien desde el Vaticano le aprobaron por unanimidad un milagro y quedó a las puertas de su beatificación. En el marco del espacio “Para que no nos gane el olvido”, hoy le contamos la historia de la zamba “Del Suncho a la gloria”, una inspiración de la escritora María Elena Barrionuevo que vaticinó hace casi cuatro décadas: “Y en aquél incendio azul, en La Paz un diez de enero, perdía la tierra un hombre y un santo ganaba el cielo”, versos que ganaron popularidad en la voz de Carlos Bazán, inicialmente y muchos otros intérpretes posteriormente. Precisamente la poeta nacida en Esquiú, La Paz, nos contó: “Nunca dudé de la santidad de Fray Mamerto Esquiú. Vivíamos a un kilómetro aproximadamente del monolito levantado en El Suncho y ese era el lugar de nuestras oraciones porque la capilla quedaba más lejos. A veces acompañados de nuestros padres, a veces solos, íbamos un grupo de chicos, entre ellos mis hermanos, prendíamos una vela, rezábamos y después jugábamos. Aquel era un lugar de paz. Por lo que contaban mis abuelos, a Esquiú lo sentí siempre santo, pues es de imaginar lo que era andar por esos lugares en verano, con más de cuarenta grados. Y Esquiú recorría esos pueblos aún enfermo, por lo que comencé a valorar su sacrificio y su vocación de servicio. Era, en realidad, un cura revolucionario, capaz de rechazar cargos y distinciones. Hoy recuerdo agradecida aquella enseñanza de mis padres: rezarle desde siempre a Esquiú. Todas aquellas vivencias son postales de vida que crecieron conmigo y la figura de Fray Mamerto se fue haciendo cada vez más grande”.
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  La reconocida compositora de numerosas canciones, siguiendo con la historia de “Del Suncho a la gloria”.  Recordó: “Cuando me lo imaginaba andar enfermo por esos senderos y al considerarlo santo,  pensaba que los mistoles alargaban su sombra para protegerle su frente afiebrada (“Alargan su añosa sombra los mistoles del sendero, para refrescar la frente de tan lustre viajero”). Y hay una visión infantil de mi parte (“Pero la gracia de ver, ascender su alma hacia el cielo, sólo pudo merecerla un viejo algarrobo negro”), sin entender por esos años lo que sería un beato. Lo considero un santo por la canonización popular, porque hacía milagros y así lo consideraba la gente: un santo.” María Elena Barrionuevo se emociona al recordar que desde su casa natal, en Esquiú, departamento La Paz, caminaban un kilómetro hacia el norte y se encontraban con la Posta de El Suncho, donde murió el hijo prodigioso de Piedra Blanca. Sobre la histórica zamba, relata que hace 38 años escribió sus versos. “Fue un día, caminando rumbo al trabajo, alrededor de las 6.30. De pronto me apareció un poema, completo. Lo sentí recorrer todo el cuerpo. Es como un legado en la vida que hay que cumplir por algo que se quiere tanto. La verdad, armar una letra sobre este hecho me hubiera resultado muy forzado, carente del verdadero espíritu que tiene que tener una inspiración poética. Porque considero eso: que la poesía es vaticinio, o no es poesía”. Hoy, su “perdía la tierra un hombre y un santo ganaba el cielo”, es un augurio que va camino a ser realidad.
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     Alguien, alguna vez, escribió la frase y la dejó para su uso eterno: “Siempre se vuelve al primer amor”. En esta oportunidad, el que la hizo realidad es el reconocido locutor y periodista José Antonio Yunes, que volvió a la emisora que lo vio dar sus primeros pasos en la locución: Radio Nacional Catamarca (antes, LW7). Con la solvencia y profesionalidad que lo caracteriza, el amigo Pepe le puso nombre propio al programa que va todas las mañanas, de 6 a 9: “Al Pepe”. Era muy joven cuando se encontró en la radio de calle Rivadavia al 700 con figuras consagradas de la radiofonía local: Anita Martinena, Luis Oscar Aisa, Carlos Javier Bravo y otros grandes habitantes del micrófono. Desde entonces comenzó a imponer su estilo, que lo llevaría a destacarse en radio y televisión en Córdoba. Fue el primer conductor que tuvo el Ponchito y uno de los animadores en muchas ediciones de la Fiesta Nacional del Poncho y otros festivales en el ámbito provincial. Ahora, volvió a su casa. Para seguir haciendo radio, la pasión de su vida. Tenga el señor José “Pepe” el mejor de los éxitos.
 

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