A Telón Abierto
El 25 de mayo cumplió 80 años. Va camino a 60 años de impecable trayectoria artística. Y nos habla con el entusiasmo de los que recién comienzan, de los que todavía tienen sueños por hacer realidad. Es el único trovador que se quedó para hacer historia de aquellos Trovadores que allá por 1963 fueron revelación en Cosquín y el rasguido doble “Puente Pexoa”, de la mano de su distinguida voz, comenzaba a escalar los peldaños de la fama. Nos referimos a Carlos Pino, el Carlitos que se ganó el respeto, la admiración y el cariño por unanimidad. “Yo era el más jovencito de todos”, nos cuenta hoy, cuando asumió la responsabilidad de darle continuidad a un canto que hizo de la estética una bandera irrenunciable. En la actualidad es el principal referente de Los Originales Trovadores y dice: “El sonido sigue siendo igual. Tuve que tener cuidado en la elección de las voces, para que el grupo suene como sonamos siempre. Ahora somos cuarteto, pero logramos la armonía que identifica a Los Trovadores.” Recuerda más adelante que antes de triunfar en Cosquín, a comienzos de la década del 60, “ya estábamos bastante duchos porque veníamos cantando por estos lares santafesinos. Si bien cuando llegamos a Cosquín éramos desconocidos, el conjunto funcionaba de maravillas. Te cuento que en esos años, Jaime Dávalos vivió un tiempo en Rosario y con Jaime hicimos una muy buena dupla. Nosotros cantando y él recitando sus poemas”.
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Ya nos había dicho nuestro comprovinciano radicado en La Plata, Javier Chalup -que además posibilitó el contacto para esta charla-: “Carlitos es un tipazo”. Lo comprobamos. Y nos conmovió la pasión que mantiene encendida Pino cuando habla de “sus” trovadores: “Puente Pexoa fue uno de los primeros temas que cantaba el grupo. En Cosquín causó lo que causó y a partir de allí nos hicimos muy conocidos a nivel nacional”. Nadie olvida que por la exquisita propuesta musical de Los Trovadores pasaron obras de creadores del nivel de Hamlet Lima Quintana y Armando Tejada Gómez; Roberto Palmer, Daniel Toro, Ariel Petrocelli y José Pedroni, entre otros. Nos cuenta entusiasmado: “¡Claro! Con Armando tenemos unos cuantos temas. Esa gente le ha dejado mucho a nuestro folclore y a la música latinoamericana”. Cuando decimos que nos conmueve su relato por el fervor que le pone a sus palabras, basta escucharlo contar: “Mirá… hasta yo estoy asombrado. Estoy cantando como cuando tenía 20 años, hasta conservo el mismo registro en la voz. Debo reconocer que todo lo que aprendí, lo aprendí de Eduardo Gómez (con Carlos Pino, Bernardo Rubín, Francisco Romero y Sergio José Ferrer formaban los primeros Trovadores), aquel director del grupo que le dio el estilo al conjunto, un gran armonizador de voces”.
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En este breve pero intenso recorrido con Carlos Pino, asomaron los recuerdos de celebradas actuaciones del conjunto en festivales como el Poncho y el Aguardiente en Valle Viejo, y el deseo de “ojalá pueda volver a juntarme con los que gustan de la música de Los Trovadores”. Le decimos a Carlos que en Catamarca hay una legión de fieles seguidores de ese canto señorial y consagrado. Admite que de su familia “el único que salió cantor fui yo, gracias a mi hermana Alejandrina, que fue quien me empujó para ese lado”. También le dedicó unos minutos a la reflexión: “Por esta zona (vive en Fisherton, tradicional punto rosarino) resulta difícil escuchar un programa de folclore; hace ya un largo tiempo que no se difunde el folclore”. En determinado momento, lo acompañó la nostalgia para referirse a “los grupos valiosos que surgieron en la década del 60, especialmente del norte del país. Algunos están actualmente vigentes y en Cosquín, por ejemplo, se los puede apreciar”. Nos dejó un cálido saludo para todos los catamarqueños, deseo compartido con su compañera Stella. Nos quedamos con la saludable sensación de haber charlado con un señor que hizo de la ética una herramienta para vivir. Así en el canto como en la vida. ¡Gracias, Carlos Pino!