Cómo nos afecta el frío en la piel, y quienes lo sufren más

Consejos para el cuidado de la piel, empleando distintas estrategias, según las necesidades de cada piel y de acuerdo con el clima son las reglas para un resultado exitoso.
sábado, 16 de julio de 2022 13:35

El comienzo del invierno, con sus bajas temperaturas, trae cambios en nuestro organismo, ya que al haber menos sol los días son más cortos de esta manera estamos más cubiertos por la ropa y en los meses fríos solemos cuidar nuestra piel mucho menos que durante el verano.

¿Cómo nos afecta?

Gracias a la producción de una fina película de lípidos y a la retención de agua dentro de la epidermis, la piel mantiene un nivel de humedad óptimo que le da la elasticidad y la tersura habituales. Una disminución en la ingesta de agua (lo que ocurre en invierno porque tenemos menos sed), o una excesiva pérdida cutánea de líquido por evaporación (cuando nos exponemos al viento, estamos en un ambiente muy frío o muy calefaccionado) provocan que la piel se deshidrate y sobrevengan manifestaciones desagradables y a veces patológicas. Además de las condiciones climáticas objetivas, nuestra piel se ve afectada por el llamado estrés del invierno. Las jornadas agotadoras y entre cuatro paredes, la falta de sol que predispone a un ánimo más sombrío y la ausencia de largos períodos de esparcimiento se notan en la cara. Todos estos factores sumados hacen que, aunque parezca lo contrario, en invierno la piel se seque muchísimo más que en verano.

¿Quién lo sufre más?

Mientras las pieles grasosas no suelen verse afectadas, las secas o sensibles son las que más sufren el frío. También los ancianos padecen estos problemas con más frecuencia porque con la edad disminuyen sus glándulas sebáceas. Pero es la mujer la que más debe cuidarse, ya que la lozanía de su piel depende de los estrógenos: cuando comienzan a descender, la epidermis se seca muchísimo. Por eso la piel de la mujer envejece antes que la del hombre.

Algunos consejos:

  • Dejar siempre una ventana abierta al estar en ambientes calefaccionados.
  • Evitar su higiene con agua muy caliente y el uso de detergentes o jabones fuertes que remueven esta barrera fisiológica que la piel necesita para mantenerse humectada.
  • Se recomienda el uso de los humidificadores de ambiente, un buen recurso es colocar jarrones con agua en el piso si hay losa radiante o sobre algún escritorio si se calefacciona con otros métodos.
  • La ropa que esté en contacto directo con la piel debe ser siempre de algodón, y reservar los tejidos sintéticos o de lana para el abrigo más superficial. 
  • Las vitaminas C (presente en cítricos y en el tomate, entre otros) y E (que se puede encontrar en los aceites vegetales) son antioxidantes naturales y actúan en forma conjunta en el organismo. 
  • Una dieta abundante en antioxidantes debería incluir, entre otros alimentos, el té verde, carotenos (el tomate en lata es un gran recurso), el vino tinto, los pimientos, las semillas de lino, trigo y las nueces, pepitas de uva, frutas y verduras (al vapor o crudas; las de hoja verde además tienen buena cantidad de la coenzima Q10, de gran efecto anti-age).
  • También el consumo de pescados de agua salada y muy fría ha demostrado promover el engrosamiento de la epidermis facial.
  • Por último, para mantener la piel bien hidratada, respetar la regla de oro de tomar al menos dos litros de agua por día, aunque no se sienta sed ni calor.

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