Crianza responsable

Conductas perjudiciales de los padres hacia sus hijos

¿Cómo saber identificar las conductas dañinas de los padres? Te contamos todo en esta nota.
sábado, 18 de marzo de 2023 17:40
sábado, 18 de marzo de 2023 17:40

Nadie puede negar que ser padre o madre trae muchas alegrías, pero también implica muchas responsabilidades. Criar a un hijo no es tan simple como parece. Exige atención, dedicación, afecto, tiempo…. No siempre es fácil.

Los padres y las madres son las principales figuras de referencia para sus hijos y las actitudes que toman para guiarlos, acompañarlos y educarlos tienen consecuencias a largo plazo. Durante la crianza, surgen comportamientos erráticos, como la sobreprotección y la sobreexigencia, que no son adecuados para una buena salud emocional.

Cuando aparecen frecuentemente actitudes como comparar, culpar, controlar, faltar al respeto, exigir e incluso humillar en la relación entre padres e hijos, hay que tener mucho cuidado. Ser víctima de padres tóxicos o padres narcisistas, puede afectar negativamente la vida y el desarrollo hacia la edad adulta. Incluso si no se dan cuenta o no lo hacen a propósito.

La psicóloga y docente Natalia Campoya (M.N. 61.946) enumeró algunas de las señales comunes de una madre o un padre tóxico:

  • Exigir en exceso: Ocurre cuando los adultos tienen rasgos excesivamente perfeccionistas y baja tolerancia a la frustración. Tienden a señalar y recordar los errores que no se ajustan a lo que esperan. Como consecuencia, los hijos pueden desarrollar sentimientos de inferioridad, baja autoestima, un estilo de personalidad poco flexible a los cambios y escasa capacidad de tolerancia para sí mismos y para el entorno.
  • Manipular: La actitud manipuladora, consciente o inconsciente, identifica las debilidades del otro y las usa para satisfacer deseos, objetivos y necesidades propias. Es común, por ejemplo, que frente a una separación o divorcio, uno de los padres empiece a manipular a los hijos para molestar a la expareja.
  • Tener intransigencia e intolerancia: Los adultos rígidos no aceptan ideas, emociones, comportamientos, opiniones de sus hijos. Y los obligan a no contradecir sus planteos. Construyen, en estos adultos en desarrollo, vínculos basados en la intolerancia, el exceso de obediencia, el aplanamiento afectivo y la ausencia de empatía.
  • Criar sin educación emocional: Existen padres y madres que no permiten que sus hijos manifiesten sus emociones. Esta represión provoca que no puedan desarrollar la capacidad de autocontrol ni de gestión de las emociones. Tampoco ayuda a generar empatía para gestar conciencia de sí mismos y del entorno que los rodea.
  • Ser demasiados críticos: Eso genera altos niveles de hostilidad y desconfianza. La permanente falta de reconocimiento tenderá a reforzar negativamente los comportamientos que se buscan extinguir o corregir.
  • No dialogar: Los hijos, de cualquier edad, necesitan sentir cercanía, comprensión, empatía y amor por parte de sus padres. Entablar encuentros donde se propicie el diálogo basado en el respeto y la claridad contribuye a incrementar la seguridad y la confianza, por ejemplo para atravesar miedos o futuras situaciones conflictivas que se les presenten.
  • Ser sobreprotectores: Provoca en los hijos inseguridad, ausencia de autonomía, dificultad en entablar relaciones con los otros y tendencia a los vínculos codependientes. También obstruye su capacidad de adaptación.
  • Proyectar frustraciones: Hay padres o madres que tienden a culpabilizar a sus hijos por no realizar o cumplir sus propios deseos. Proyectan en ellos la no concreción de sueños personales. Se detectan situaciones donde los hijos son llevados a vivir una vida que los adultos no pudieron realizar. Por ejemplo, la realización de alguna carrera universitaria.

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