River Plate

Si Cappa no cambia, River va a descender

martes, 12 de octubre de 2010 00:00
martes, 12 de octubre de 2010 00:00

No hay caso. La tozudez, en el fútbol, no funciona. Porque el deporte es dinámico por naturaleza y nunca se llevó demasiado bien con estructuras fijas. Más aún si esas estructuras no están bien cimentadas. A Ángel Cappa se le acaba el crédito en River y si no da un cambio de timón, difícilmente pueda revertir una situación que es preocupante. Porque los millonarios están en zona de promoción y, si dejan un par de puntos más en el camino y Quilmes u Olimpo ganan, quedan en descenso directo.
Eso decretaría la muerte súbita del Tiki-tiki de Cappa. Jugar bien es bueno. Pero cuando eso no pasa y, encima, los resultados son adversos, quizás haya que revisar el manual y ver qué cosas se están haciendo mal. Pero la autocrítica, al menos públicamente, no es un ejercicio que el DT de River haga con asiduidad.
Pasan los partidos y, si bien los jugadores de “buen pie” abundan, a este River le falta contundencia, actitud y hegemonía. Queda a las claras que todas las líneas están separadas y es un equipo muy largo, que da ventajas y no concreta. La defensa está por un lado, apoyada solamente por un volante central (Acevedo no le llega ni a los talones a Almeyda), muy desprotegida cuando los laterales trepan por sus costados. Y después, muchos volantes de toque y dos tanques arriba. Pero no alcanza.
La intención de atacar está, pero no hay orden, no hay ideas, no hay sorpresa, no hay juego bonito. Este River de Cappa, a diferencia del exitoso Huracán que dirigió Ángel hace un par de años, aburre. Lateraliza hasta el hartazgo y al final, termina con la misma receta que la mayoría, los centros al bulto.
 

El lunes pasado sacó a Eric Lamela cuando era el mejor de la cancha. Después, puso a Affranchino, quien había jugado bien el primer tramo del torneo cuando inexplicablemente desapareció del 11 titular. Pero terminó jugando de 3. Insólito. Y encima mantuvo en cancha a Ariel Ortega, que estaba jugando decididamente mal. River no perdió con Gimnasia por Juan Pablo Carrizo, por buena fortuna y por la ineficacia de Jorge Córdoba a la hora de definir.
Hay que saber cambiar a tiempo, pero con criterio, no con manotazos de ahogado. Si sigue en el camino de la tozudez y con la venda en los ojos, a Cappa le queda muy poca vida en River. Ya no encandila con su discurso prolijo y tentador. El hincha quiere resultados, puntos. Más difícil aún es que se quede, con Américo Gallego agazapado, merodeando, esperando su chance para volver a Núñez.
 

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