Este es mi primer Dakar, y me quedo a dormir en el desierto”. Sonriente, con un gesto de que todo estaba en orden, Juan Manuel Silva le sonrió a una de las cámaras oficiales de la carrera, que en la madrugada de ayer, en el tramo final de la etapa entre Calama e Iquique, había quedado varado sobre las dunas al caer la noche.

El video refleja apenas un tramo de la aventura personal que vivió el Pato después de atascarse en una hondonada en pleno desierto.

El jueves, Silva y Emiliano Spataro, quien corre otro de los buggies McRae de una butaca del equipo ProDakar, largaron el especial normalmente. Pero la entrada en pleno desierto de Atacama provocó una dificultad previsible. Ambos son pilotos de pista, y como corren sin navegante, deben leer ellos mismos la hoja de ruta, una tarea complicada en la que no tienen experiencia.

Les costaba encontrar el rumbo. Mientras tanto el sol fue bajando y, literalmente, los agarró la noche. En la oscuridad, Silva no pudo ver a tiempo una hondonada y se encajó en la arena. Para colmo, se lastimó la nariz. “Seguro que iba con los cinturones de seguridad flojos para poder mover la cabeza y ver mejor por los costados”, explicó Chris Leyds, director del equipo ProDakar.

“Emiliano se bajó, y durante una hora y media estuvieron tratando de sacar el buggy; como no pudieron, Spataro siguió; si no lo hubiese ayudado, hubiese quedado cerca de Tim (Coronel, piloto de otro buggy del equipo que al final de la etapa quedó 41º en la general), por eso valoro mucho su gesto, porque cedió puestos por ayudar a un amigo”, relató Leyds - quien desarrolló el McRae y corrió con uno de ellos el Dakar 2010- ayer en el vivac de Atacama.

La que sigue es una escena digna de una película de los hermanos Cohen. Además del Pato , otros dos pilotos del ProDakar, Albert Bosch y Pierre Blom, se habían quedado en el mismo sector. El camión 567 del ProDakar fue hacia allí para ubicarlos, “pero de noche es imposible que lo vean; entonces nuestro chofer Pascal puso un altoparlante a todo volumen con canciones religiosas. Es un truco que tenemos ¿quién más va a hacer eso?”, contó entre risas Leyds.

Como Silva no conocía el truco, prendió su teléfono satelital y llamó a su director. Durante la breve charla, Leyds fue alternando en el teléfono con un colaborador argentino -“nos cuesta mucho entendernos con Pato en inglés”-, hasta que le confirmó a Silva que ése era su camión.

Una vez que los encontró, Silva regresó con dos de los ocupantes del camión al buggy, pero tampoco pudieron moverlo. No había más remedio que esperar la luz del día. Volvieron, y Silva armó su carpa debajo de una tapa levantada del costado del camión.

Ya era de madrugada, así que no fue demasiado lo que pudo dormir. Cuando amaneció, el camión fue hasta donde estaba el buggy de Silva, y después de algunos intentos consiguió desencajarlo tirándolo de una soga de casi 50 metros.

Silva llegó al campamento a las 10 de la mañana, y ahí se enteró de que, ante la cantidad de vehículos que habían quedado varados, los comisarios habían fijado como último horario de largada las 13.

“ Pato se fue a hacer curar la nariz; mientras estábamos repasando el auto volvió y preguntó ¿Ya está listo? Quiero salir -siguió su relato Leyds-; nos entendemos poco con el idioma, pero yo leí su lenguaje corporal y vi a un peleador, un piloto con toda la determinación de terminar el Dakar”.

Silva largó de Iquique pasado el mediodía. Como partió muy tarde, ayer volvió a hacerse de noche mientras él seguía peleando en el especial -junto con Spataro y muchos otros pilotos; la de ayer fue otra etapa muy complicada- para llegar a Arica. Como hoy es día de descanso, los competidores tienen tiempo de entrar al vivac hasta las 17.30. “Ojalá sea antes, pero lo importante es que llegue”, anticipó Leyds. Sabe que Silva ya pasó la prueba, y que peleará contra viento y arena para seguir en el Dakar.

Fuente: Clarin.