Falcioni en su laberinto

El director técnico de Boca Juniors, Julio César Falcioni, parece hoy víctima de sus propias decisiones, y de cara al choque del próximo fin de semana ante San Lorenzo, clave para su futuro, se antoja fundamental la presencia de Juan Román Riquelme, a quien marginó hace dos semanas.
lunes, 7 de marzo de 2011 00:00
lunes, 7 de marzo de 2011 00:00

Luego de la derrota de ayer ante Vélez, 1-0 en el José Amalfitani, Boca visitará a San Lorenzo el sábado a las 19.10 por la quinta fecha del torneo Clausura de fútbol: un nuevo traspié no sólo hundiría las chances de pelear el título, sino que, con tanta polémica en tan poco tiempo, pondría al DT en la cuerda floja.

Riquelme se recupera de una sinovitis en la rodilla izquierda y, en principio, estaría disponible para el partido en el Nuevo Gasómetro.

La duda es aun en buenas condiciones: ¿Falcioni lo tendrá en cuenta para definir la formación titular de Boca? Primero, lo puramente futbolístico.

"Le dije que cuando se ponga bien jugará", reveló el entrenador sobre la charla que mantuvo la semana pasada con Román para limar asperezas y generar cierta afinidad.

A partir de las exigencias físicas que plantea Falcioni a su plantel, ahora en Boca y antes en los clubes por los que pasó, una semana sin embargo no parece tiempo suficiente para que el "10" se ponga a tope.

Pero están, también, las cuestiones tácticas, argumento que expuso el propio Falcioni cuando decidió marginar a Riquelme, entonces sin lesión, del choque con All Boys por la tercera fecha.

El "10" había sido titular en la goleada 1-4 sufrida ante Godoy Cruz y faltó por una lesión en el tobillo en el triunfo sobre Racing 1-0.

El entrenador no advierte -hasta aquí- que su sistema 4-4-2 tenga fallas de funcionamiento y, en consecuencia, no ve cuál es el problema que podría solucionar Román.

"En todos los partidos generamos más situaciones que el rival, nos falta convertirlas, nada más", dijo anoche mismo tras la derrota ante Vélez.

Según Falcioni, su andamiaje colectivo funciona, el sistema cumple y lo reivindica: lo que fallan son las individualidades en situaciones puntuales del partido.

Una distracción en un gol rival, una definición sencilla malograda en el arco de enfrente.

Ahí hay nombres propios, aunque no los explicite. Un mensaje que suele generar malestar en el vestuario y que, en esta coyuntura, agitará más las aguas internas, la confusión, teoría a la que abonó Claudio Borghi, el antecesor de Falcioni en el cargo y hoy al frente del seleccionado chileno de fútbol.

"Los jugadores que llegan a Boca tienen pánico escénico -dijo hoy el `Bichi`-. No creo que la camiseta pese, lo que cambia es el entorno, pero el jugador sufre un cambio importante y falta un tiempo de adaptación para ver cómo le va. Porque te sorprende lo grande que es el club, la grandeza que tiene".

En la definición entran Diego Rivero, Leandro Somoza y, naturalmente, Walter Erviti, el jugador en quien confía Falcioni para hacerse cargo de la estructura futbolística del equipo.

Después de lo futbolístico, entra lo estrictamente humano.

¿Hasta dónde está descompuesta la relación entre el DT y Riquelme? Y más tarde, en función de la respuesta: ¿qué grado de compromiso, más allá del profesionalismo mínimo, vital y móvil, se le puede pedir a un jugador que 15 días atrás fue públicamente cuestionado? Lo cierto es que los resultados acortaron drástica y velozmente sus tiempos y ahora Falcioni está en su laberinto.

Riquelme sí o Riquelme no. Negociar o morir con la suya.

Mañana, con el primer ensayo semanal, empezarán a construirse las respuestas.

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