Las confesiones de Martín Palermo

Martín presentó su biografía, en la que cuenta el "egoísta" que le espetó Bielsa por errar tres penales.
viernes, 5 de agosto de 2011 00:00
viernes, 5 de agosto de 2011 00:00

Lo que siempre quiso tener Martín Palermo en su vida y jamás lo logró fue un mono. No hay ninguna otra mascota que le guste más en el mundo. Tanto, que el primero de los siete tatuajes que adornan su escultural cuerpo es de un simio. Pero Raúl Portal, enterado de la rara predilección del Titán, le explicó que no se podía, no se debía, simplemente no...

Pocos minutos antes de que se sentara en una especie de living para contar anécdotas y visiblemente nervioso, el ex goleador de Boca Juniors llegó al hotel de Recoleta acompañado por su novia Jessica, una modelo tallada a mano y ataviada con atrevidos tacos aguja que la tornaban irresistible a los ojos masculinos y a la envidia femenina.

Palermo comenzó su aventura como escritor pasados 40 minutos de la hora fijada. Entró vestido con un espectacular traje gris, uñas esculpidas y anillo en el pulgar derecho, zapatos negros y una rígida timidez en su semblante porque, se sabe, expresarse verbalmente no es uno de los fuertes del formidable goleador.

Es que ese muchacho tildado de loco, que se vistió de mujer, que besó los botines rojos y blancos ante los azorados ojos de los hinchas de Gimnasia y Esgrima La Plata, es ahora un hombre aplomado, profundamente tímido, que sabe que fue uno de los mejores, pero preferiría no estar tan expuesto. Y que devela en Titán... muchos detalles de su vida, sus secretos y anécdotas.

"No conté intimidades del vestuario", se apuró a decir antes de que le preguntaran por... Juan Román Riquelme. Bossio, desafiante, le dice: "Pero te fuiste de vacaciones con Guillermo (Barros Schelotto) y Rodrigo (Palacio) a Playa del Carmen. ¿Por qué con Riquelme no?" Sonriendo, pícaro, El Ñato, como le decían de chico, contestó: "Es que vamos a lugares diferentes". Con todo, Palermo dijo que en el ranking de los mejores pases que recibió para hacer goles, están, justamente esos tres jugadores y en ese preciso orden.

Y, como todos querían saber más de la relación con Román, Palermo contó que, en un aeropuerto, Riquelme le hizo un regalo que usa "pero no les voy a decir qué es para que lo lean en el libro", anunció. Pero se sabe: se trata de un reloj. Y de los caros.

Luego de la referencia a Riquelme, Palermo se sintió menos fastidiado y su verba fluyó mejor para tranquilidad de todos. Fue ahí cuando contó que el día que erró los tres penales en la selección Marcelo Bielsa le dijo que era un egoísta, "y había que tenerlo a Bielsa enfrente". Y siguió: "Me fui al cuarto, me tapé hasta la cabeza porque no podía creer lo que me había pasado, estaba mal, avergonzado. Ni el Cholo Simeone me podía hablar. Y pensé que no me iban a poner más de titular, pero en el siguiente partido fui titular", recuerda, frente a sus padres y su sobrina. Fue ahí cuando lamentó que su abuelo Ñato, de quien heredó el apodo, no lo hubiera podido ver jugar en primera: Don Enrique Pascual Palermo fue goleador en Deportivo Vieytes vaya uno a saber en qué año del siglo pasado.

Otra de las anécdotas que contó con infinita gracia fue la de una foto que aparece en el libro donde se lo ve frente a un micrófono. "¿Cantabas?", preguntó Bossio. "No, imitaba a Quico, el del Chavo". "Hacelo ahora", le pidió. "No, ni ahí, menos ahora con el quilombo que hay entre Doña Florinda y el marido". Pero interpretó, más al estilo Tevez que a un tenor, un cantito de cancha que habían inventado cuando estaban en la 9a de Estudiantes de La Plata. No, el canto tampoco es lo de él.

El capítulo que más le costó desgranar fue el referido a la muerte de su hijo Stefano: le llevó toda una tarde de lágrimas y desazón.

De Diego Maradona, quien prologa el libro, contó que cuando hizo el gol frente a Perú, ese memorable toque que allanó la clasificación para el Mundial de Sudáfrica, lo felicitó. Pero cuando junto con Mancuso entró en el cuarto donde se vestía, escuchó que el ex DT de la selección nacional decía: "Lo de hoy sólo le pasa a este hijo de puta", mientras el ayudante de campo asentía y agregaba: "Tiene un imán, tiene, y la pelota va a él".

Después vinieron las fotos posadas, la charla con los cronistas y la sonrisa a todos los asistentes que, simplemente, lo amaron.

Fuente: Cancha Llena

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