Deporte y nostalgia

Alejandro Eufracio Castro, figura estelar del pedal local

lunes, 3 de diciembre de 2012 00:00
lunes, 3 de diciembre de 2012 00:00

Escribe: Leo Romero

El ciclismo catamarqueño ha dado, a través del tiempo, una larga lista de grandes exponentes de la especialidad, fundamentalmente en el rubro ruta, ya que la pista no fue explotada convenientemente, en el buen sentido del término, debido a la carencia de un velódromo, el viejo y anhelado sueño de sus cultores, jamás hecho realidad. De todos modos, históricamente se compitió en circuitos callejeros, como el óvalo de la Placita de la Estación (Plaza 25 de Agosto), el Parque Adán Quiroga, el “Kiko Pérez Navarro” (Villa Parque Chacabuco, en menor proporción) y en la Banda de Varela, cuartel quinto del departamento Capital. Entre los pisteros, desde hace varias décadas, Alejandro Eufracio Castro, tal es su verdadero nombre y apellido, aunque siempre se lo distinguió por su primer nombre de pila, sentó marcada primacía. Propietario de naturales condiciones físicas, técnicas y mentales para “barrer” en los embalajes decisivos a sus rivales (en especial en sprints de corto recorrido), se hizo una sana costumbre verlo en lo más alto del podio, dentro y fuera de nuestras fronteras provinciales. Su notable performance se materializó mientras estuvo en el grupo superior o elite, como se lo denomina en la actualidad, y se prolongó hasta nuestros días en los grupos de los veteranos, pese a estar a pocos meses de cumplir sus setenta años de vida. Un verdadero fuera de serie en el pedal lugareño Un enorme orgullo para nuestro deporte.
Sus comienzos dentro de la actividad, están inscriptos cuando había cumplido los catorce años de edad, y decidió treparse a una “destartalada” bicicleta de competición, que tenía exactamente catorce soldaduras en su cuadro y estaba lejos de ser un medio más o menos idóneo para pelear por los lugares de vanguardia. “De este modo me dí con el gusto de disputar mi primera carrera, que unió la plaza 25 de Agosto de nuestra ciudad y la localidad de Palo Labrado, en el departamento Paclín. Y no me fue tan mal como presuponía, debido a mi endeble máquina, y llegué a entrar en el segundo lugar. Un arranque más que auspicioso, que lógicamente me motivó para que me preparara a conciencia para el segundo desafío. Clasifiqué tercero, al igual que en el siguiente festival. Con el tiempo, acumulé experiencia y mayores conocimientos, porque siempre me preocupé en actualizarme sobre los avances que se iban dando, tanto a nivel nacional e internacional. Estaba convencido de que era la manera de ir marcando diferencias a mi favor. Así se lo hacía saber a mis compañeros de equipo y amigos, pero la mayoría optó por hacer la suya en los certámenes locales y regionales, razón por la cual me ocupé de superarme personalmente, ya que entendía que ese era el camino hacia el objetivo que yo me había trazado en el deporte”, señala con énfasis total.
A raíz de su notable progreso y privilegiada figuración, desde muy joven Alejandro Castro se metió de lleno entre los más calificados pedalistas de décadas pasadas, presentándoles dura batalla a la hora de definir los puestos de vanguardia. Poco a poco se ganó la simpatía y el apoyo de una gran cantidad de seguidores, quienes lo convirtieron, con el paso del tiempo, en su indiscutido ídolo. Al efectuar un desglose de la abultada cantidad de triunfos logrados a través de los años, con títulos de campeón, tanto en ruta como en pista, nuestro entrevistado recuerda los nombres de la mayoría de los muy buenos valores que tuvo Catamarca, entre ellos Jesús Varela, Valentín “Colorado” Galván, Santiago “Caballo” Bulacios, “Lito” Aguirre, Aniano Medina, Víctor “Curiaca” Martínez, Luis “Chumbichano” Vega y Ramón Lorenzo Ovejero (“El Petiso”). Sobre este último, opina que junto a Roberto Sayes fueron los adversarios más complicados que tuvo en una de las etapas de su trayectoria deportiva. “Muchos de ellos ya se marcharon de este mundo, pero dejaron huellas inolvidables por lo que hicieron a favor de nuestro ciclismo, con todas las carencias que siempre nos acompañaron mientras corríamos. Un recuerdo, en lo que atañe a las “Seis Vueltas a El Jumeal”, el gran clásico local de la especialidad? Mi triunfo en la edición 1964, y el duro duelo que mantuve con el tucumano José Fernández dos años antes, el que finalmente quedó en manos de él. El dolor más grande? La muerte de mi hermano Humberto, en una de esas ediciones, cuando cayó en el tramo de llegada, que se hacía en bajada. A partir de ese momento, y hasta el día de hoy, se efectúa en trepada. Estuve ocho años sin correr, pero cicatrizada la herida del alma, retorné a las rutas y pistas”, reseña con profunda emoción.
Estudioso de las técnicas, las estrategias, la preparación física y la puesta a punto de las bicicletas de alta competición, es un placer escuchar las enseñanzas, los consejos y las explicaciones de Alejandro Eufracio Castro, con claros ejemplos prácticos y jugosas anécdotas. Pueden pasar varias horas y la curiosidad periodística continuará adherida a muerte al relato de este auténtico monstruo o crack del pedal, que en 1980 se dio con el lujo de intervenir en las cuarenta y tres pruebas organizadas durante esa temporada, ganando casi todas, salvo dos de ellas. Brillante. Inigualable. Irrepetible. Y aún sigue su marcha, trepándose a los podios de los veteranos, en cualquier escenario del país, dando una clase magistral de cómo se debe andar arriba de una máquina, impulsada con fuerza, potencia, calidad y sapiencia sin par.

Ficha Personal


Nombres y apellido: Alejandro Eufracio Castro.
Fecha de nacimiento: 22 de Abril de 1943. Edad: 69 años.
Lugar: San Fernando del Valle de Catamarca.
Padres: Agustín Castro y Javiera Castro.
Hermanos: Once en total, ocho varones y tres mujeres. De los varones, seis se dedicaron al ciclismo, por lo que se puede asegurar que es una familia profundamente pedalera. Además de Alejandro y de Humberto, figuran Ramón Rosa, Luis Alberto, Antonio Gerónimo y Jorge Ernesto. Opina que Antonio Gerónimo –y no él- pudo ser el más famoso de los Castro del departamento Capayán.
Esposa: Angela Josefina Barrionuevo.
Hijos: Jaime Alejandro, Angela Mabel, Nilda Karina y Liliana Alejandra.


Mi opinión


Impresionan gratamente sus saberes respecto al ciclismo de alta competencia. Alejandro Eufracio Castro se aniquiló un montón de libros, gacetillas y apuntes en lo atinente a los pasos a seguir en materia de preparación física, técnica y psicológica del deporte, aplicados a la especialidad. Cuando le formulas una pregunta, siempre aparece la respuesta clara y precisa, adosada de detalles anexos que hablan de un profundo conocimiento y de un permanente estudio sobre la materia. Pausado, sereno y reflexivo, en cada tramo de la entrevista se encarga de ir aplicando sus monólogos, a modo de cartilla explicativa, para que no se escape ninguna duda.
Tras las clases teórica-prácticas que conllevan sus expresiones didácticas y pedagógicas, va mixturando las mismas con ejemplos o hechos vividos durante más de medio siglo de tránsito por el deporte que eligió como medio para alimentar sus aspiraciones y sueños de gloria. Emergen a la luz de sus reflexiones, nombres, hechos y vivencias que nunca olvida. No se olvida, entre otras cosas, que Reyes Nonato Vega (ex ciclista, dirigente y comentarista en medios de comunicación locales) le prestó una “bici” para que pudiera estar en las rutas, cuando la de él estaba en “terapia intensiva”, esperando la superación de algunos males mecánicos.
Nombra al histórico Vicente Félix Amaya, cuando en una carrera en pleno invierno, con temperatura bajo cero, de carácter interprovincial, le colocó una capa de kerosene sobre los muslos, para que le protegiera esa zona muscular de la inclemencia del tiempo. Dejó atrás al grupo de vanguardia y se quedó con la victoria. Agrega que se quedó sorprendido ante el recurso utilizado por Amaya, quien además fue un experto soldador, un genuino artesano en nuestro deporte.
Tras reconocer que, como en todo medio social, se obtienen aciertos y se comenten errores, Alejandro Castro expresa que en Catamarca, siempre referido a la especialidad, existe mucho egoísmo y una acentuada envidia, cuando un deportista logra éxitos y se proyecta como figura en el orden regional o nacional. Rescata, empero, la actitud de solidaridad que aparece en escena, en momentos clave de la vida, mencionando los nombres del Ing. Clemente A. Manzoni (nuestro entrevistado es empleado vial de la provincia) y de Joaquín “Negro” Quiroga, quien siempre le acerca material fílmico sobre el ciclismo español. “Son gestos que uno jamás puede olvidar”, sentencia.

 

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