El Sub 20 argentino tuvo una sorpresiva derrota en el debut

Las figuras no funcionaron y el equipo dirigido por Marcelo Trobbiani perdió 1-0.
jueves, 10 de enero de 2013 00:00
jueves, 10 de enero de 2013 00:00

Ansiedad. Los chicos dieron esa señal antes de que comenzara el partido: argentinos y chilenos empezaron a saludarse cuando aún se escuchaba el himno de los visitantes; faltaba, por supuesto, el argentino. Apuro. El equipo celeste y blanco se movió nervioso, como si el peso de las apellidos, la condición de local y los últimos pasos en falso de los juveniles los hubiera sentido como un golpe de rebenque en el lomo. La Argentina tuvo una pesada caída en el Sudamericano Sub 20: 0-1 con Chile, que terminó con dos jugadores menos. Fue una noche cerrada y nada se vio en el debut. Ni las estrellas ni el equipo. Y en el final, lo peor. Silbidos y un botellazo que cerca estuvo de pegarle al DT Marcelo Trobbiani.

Las cuestiones de cartel no fueron una solución para la Argentina. Se vio en desventaja y empezaron los contratiempos. Pero también supo de situaciones favorables: jugó casi todo el segundo tiempo con un jugador más. Y le costó. Todo le costó. Pasó de una floja primera etapa a una leve mejoría. Pudo haber empatado. También pudo haber quedado 0-2, pero el arquero Benítez se lució frente a Rubio. Todo, al final, quedará en un resultado cubierto por el polvillo del desencanto, por la ilusión de aquel que esperaba un festín y se encontró en medio de un ayuno.

Trobbiani, que reemplazó a Walter Perazzo en el cargo, se encontró en el debut con una dura continuidad de los últimos sinsabores de los juveniles, que hace tiempo que pusieron las estructuras bajo la lupa. El entrenador quedó en observación. Él y, por supuesto, sus ideas. Porque se trata de la primera caída ante un seleccionado chileno en el país. Y la segunda en un Sub 20, desde el torneo de Lima, en 1975 (0-3). Los principales rasgos quedaron a la vista en cuestión de minutos. Nadie podrá negar eso que se había intuido: desprotección ante tantas piezas ofensivas.

Trobbiani ya había advertido que no tenía temores en el juego. En la teoría lo confirmó con las tan anunciadas presencias de Iturbe, Ruiz, Lanzini, Centurión y Vietto. Fueron los apellidos que tanto entusiasmo generaron y que, en conjunto, funcionaron con velocidad y precisión durante contados momentos. Les faltó sincronización y, en algunos casos, desprenderse antes de la pelota.

La duda que se había planteado sobre el equilibrio que tendría el equipo se desvaneció cuando promediaba la primera parte. Hasta entonces, Chile no había hecho mucho y Lanzini estuvo cerca de la apertura con un mano a mano desviado y con un tiro cruzado que desvió Melo. Los visitantes anticiparon a la defensa Argentina en un tiro libre y Castillo, de cabeza, anotó en medio del desconsuelo y la sorpresa.

En todo momento les costó a las individualidades argentinas soltarse de las marcas. Chile hizo un duro juego defensivo y no dudó en poner la pierna fuerte y en quedar cara a cara con los locales ante el primer reclamo. Tanto que, casi en el final del primer tiempo, Fuentes se fue expulsado por doble amonestación. La insistencia argentina chocó casi siempre con los marcadores. Con casi todas las barreras bajas, Ruiz encontró el espacio justo para Vietto, pero el atacante de Racing definió de emboquillada y muy desviado.

Trobbiani arriesgó: puso a Melano, un delantero, y sacó a Romero, un defensor. Las piezas en la ofensiva no le aseguraron elaboración ni potencia ofensiva. Iturbe, sobre todo, y Centurión siguieron empecinados con la jugada personal y apenas si Ruiz aportó cierta claridad. Ya con la desesperación sobre los hombros, ni otra expulsión en Chile, la de Bravo, tranquilizó a la Argentina.

Más allá del resultado, el seleccionado argentino se recibió un toque de atención en la primera escala del Sudamericano. En medio de una competencia con pasos cortos y seguidos habrá que escucharlo con detenimiento. Así se le exigirá a cada uno de los aspirantes al Mundial de Turquía. Son jóvenes y, paradójicamente, el tiempo los corre.

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