Selecciones juveniles: un capítulo que merece un profundo replanteo

viernes, 18 de enero de 2013 00:00
viernes, 18 de enero de 2013 00:00

El Sub 20 no logró la clasificación al Mundial de Turquía y encendió la polémica respecto al manejo de los equipos de menores. La generación del 86, el eje del debate.

El fracaso de la Selección Sub 20 en el Sudamericano fue una cachetada dura para la AFA y para la gente. El hincha no esperaba sufrir una nueva decepción con el seleccionado de pibes que en algún momento dirigió José Pekerman y que llegó a lo más alto que pudo llegar. Pero aquí es otra la historia.

Una sucesión de responsabilidades y de malas campañas llevaron a que la realidad de los juveniles no sea sorprendente. Porque es el tercer entrenador consecutivo (Batista, Perazzo y Trobbiani) que no logra enderezar el destino. Los nombres cambian, inclusive el de los jugadores, pero los resultados no llegan.

Humberto Grondona, hijo del presidente de la AFA, comenzó a manejar las selecciones juveniles después de la salida del Checho Batista, cuando perdió el Sudamericano 2009 en Venezuela. Su cambio de planes para conseguir nuevos resultados tuvo un eje principal: los campeones del Mundial de 1986 en México.

Mientras que Walter Perazzo agarró el mando de la Sub 20, José Luis Brown asumió la dirección técnica del Sub 17 y Oscar Garré la de la Sub 15. Sin embargo, la arriesgada política no rindió sus frutos y estuvo lejos de alcanzar los objetivos trazados.

En el 2011, la Selección para menores de 20 años sumó una nueva decepción al quedar afuera de los Juegos Olímpicos de Londres. A pesar de que se logró el pase al Mundial de Colombia (donde luego cayó en cuartos de final ante Portugal), el equipo no convenció. En 2012, Perazzo fue reemplazado por Marcelo Trobbiani, otro integrante de esa generación del 86.

Los resultados no se dieron y, en lugar de apartar de sus funciones a los responsables, estos fueron trasladados a otras categorías. Miguel Ángel Lemme asumió en la menor de las categorías y Garré pasó al Sub 17, aunque su lugar sería ocupado tiempo después por el propio Humberto Grondona.

Los cambios seguían sucediéndose: Brown a la Sub 15, Lemme en el Sub 17, Olarticoechea en la Sub 18, Garré como ayudante de campo en la Sub 20. Los movimientos de las mismas piezas entre las distintas selecciones evidenciaron la falta de un plan integral y consistente, tendiente a revalorizar los combinados juveniles.

La conformación de un equipo con jugadores de calidad y buen pie, como Lanzini, Alan Ruiz, Iturbe, Centurión y Vietto, alimentó las esperanzas en el 2013. Estas crecían si se tenía en cuenta que, incluso, el equipo argentino se había dado el lujo de dejar afuera, por distintas circunstancias, a Leandro Paredes, Lucas Ocampos o Mauro Icardi. Sin embargo, en la cancha no se reflejó ese brillo que se destilaba en la previa.

Lejos quedaron aquellos tiempos en los que un hombre casi desconocido como José Pekerman viajaba al interior y promovía la aparición de figuras de la talla de Pablo Aimar. Su proyecto, que luego continuó Hugo Tocalli hasta el 2007, no logró el apoyo suficiente y fue reemplazado, pero, aun así, dejó una huella en el inconsciente colectivo del ambiente futbolero argentino.

La AFA deberá iniciar una etapa de reacomodamientos y, entre sus líderes, deberán deliberar si este camino es el adecuado de cara al futuro y si es conveniente sostener este proyecto basado en los campeones del mundo del 86, ante la crítica a la que han sido sometidos a partir del último fracaso. Los resultados dejan a las claras que este replanteo no puede ser esquivado.

Comentarios

Otras Noticias