Mi Opinión

lunes, 21 de enero de 2013 00:00
lunes, 21 de enero de 2013 00:00

Lo expresó el propio Juan Carlos Rodríguez durante la entrevista de hoy. Lo conozco desde que dio sus primeros pasos en el fútbol federativo local, luciendo orgulloso los colores blanco y verde de Defensores del Norte, su eterno segundo hogar. Con buenos atributos futbolísticos, se constituyó en un volante de contención que se adecuaba sin mayores inconvenientes a los eventuales dibujos tácticos, destacándose por su gran rendimiento físico y una entrega total a favor de su equipo. Por tal motivo, la titularidad siempre le perteneció, salvo algunos imponderables del juego (lesiones, fundamentalmente). Solicitado en numerosas ocasiones por otras entidades del medio, para que reforzara sus filas, tampoco le mezquinó al bulto, como suele expresar la tribuna popular.
Al efectuar un repaso de su vida deportiva, se toma su tiempo, como analizando el pasado para responder con algún fundamento a las preguntas del entrevistador. Sus aseveraciones son directas, frontales, bien de acuerdo a su personalidad. Como buen comisario retirado de la policía provincial, hay conceptos que mantiene firme en su accionar, tales como orden, disciplina, transparencia y honestidad. Reitera que pudo haber sido un dirigente calificado como polémico, por parte de algunos colegas, pero a la hora de la verdad no fue cuestionado por nadie. “Por una simple y sencilla razón, siempre puse todas las cosas sobre la mesa, sin esconder ni ocultar nada. Lo que se hizo bien, está bien, y lo que se hizo mal, está mal. Es decir, si marchamos por el camino correcto debe continuarse, si nos equivocamos, corregir y seguir metiéndole para delante. Es mi forma o manera de trabajar”.
Inevitablemente, tocamos su despedida como dirigente, en el pasado año 2012, ocupando cargos ejecutivos dentro del fútbol local. Enfatizó que fue una decisión pensada, hablada con su familia, que lógicamente tuvo sus aristas emotivas, habida cuenta que renunciaba a una de las principales actividades que desarrolla en su diario trajinar. Rodríguez remarcó que esa noche, en el marco de un asado de camaradería, estuvieron sus mejores afectos, es decir la gente que le ayudó a cumplir con sus deberes y obligaciones de presidente de la institución “que amé, amo y amaré hasta que me vaya de este mundo”. Agradeció a todos los presentes su acompañamiento, pero ponderó algunos gestos de amigos del club, como el de Hugo Antonio Esparza (“El Pacha”) quien le hizo entrega de un regalo sorpresa, consistente en una camiseta del club, con el número 42, representando los años que el “Pena” estuvo ligado oficialmente al deporte, en condición de dirigente. Agregó que, sin el aporte de Esparza, no existirán las categorías formativas “albiverdes”, puesto que él se ocupa de todo, concretando una tarea de hormiga que merece ser ponderada y valorada en su justa medida.

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