Los últimos clásicos que vi fueron aburridos en su mayoría. Planteos mezquinos y resultados consecuentes. 1 a 0, 1 a 1, 0 a 0, 2 a 0 como mucho… el miedo a perder o equivocarse, siempre fue más que las intenciones de ganar o destacarse. Pero este clásico parece ser diferente.
En algo coincidieron los entrenadores Mónaco y Bernuncio en la previa: es un partido donde hay más para ganar que para perder. Y ciertamente se encuentra mucha razón en este pensamiento.
Ganar significa envalentonarse, inflarse y animarse a todo. Es una dosis súper de la famosa “inyección anímica”, que te puede ayudar a encarar lo que viene con otra confianza, para acercarse a la clasificación a pasos agigantados.
Y perder, duele siempre, pero en este caso no tanto.
Hay argumentos discursivos y futbolísticos que hacen pensar en esto. Si se pierde, se dirá que hay que levantar la cabeza y seguir, que lo que importa es la clasificación, o incluso que este San Lorenzo – Villa Cubas sólo significa tres puntos y nada más, aunque interiormente se piense otra cosa totalmente distinta.
Desde lo discursivo es aceptable, y lo futbolístico comprensible, porque la verdad es que ganar el clásico y quedar afuera de todo después, no servirá de mucho.

Martín Noriega