Deporte y nostalgia

Juan José González, pura esencia de potrero

lunes, 27 de mayo de 2013 00:00
lunes, 27 de mayo de 2013 00:00

Es uno de los jóvenes veteranos del fútbol catamarqueño, aún en actividad, ya que con sus 65 años de edad, le sigue dando a la redonda en los torneos de la Liga de Veteranos del Fútbol de Catamarca, donde defiende los colores de San Lorenzo de Alem, uno de los clubes locales donde actuó en calidad de jugador y de director técnico, en el ámbito federativo. Si tenemos en cuenta que a los quince ya se había mezclado con los cracks de primera división del Américo Tesorieri, el club de sus amores, se puede afirmar, con total y absoluta veracidad, que Juan José González lleva un poco más de cinco décadas ligado al más popular de los deportes. Nacido el 16 de diciembre de 1947, en nuestra ciudad Capital, pertenece a una familia netamente futbolera, ya que su padre, Juan Evaristo González, fue arquero en sus años de juventud, luciendo los colores del Deportivo Unión y Atlético Sarmiento. Ese puesto de número uno o guardameta, también atrajo posteriormente a tres de sus hermanos, Ramón Edilberto (“Blazina”), Rubén Héctor (“El Chivo”) y Jorge Antonio (“Cuqui”), mientras que Luis Alberto (“El Camisa”) fue un muy buen futbolista y Manuel Antonio se dedicó al periodismo deportivo. Completa la lista de la familia González, la única mujer, María Inés.

“Jota Jota” González, como hace muchos años lo bauticé en una crónica deportiva en el diario La Unión (nada original, por cierto), se codeó con el fútbol siendo un pibe, acompañando a sus amigos del barrio “Alto Paraná”, en los picados que se realizaban casi a diario en la improvisada canchita del arroyo Fariñango, donde hoy se levanta la sede social del Club Deportivo Salta Central, una especie de sucursal del Club Américo Tesorieri, tomando como referencia histórica el hecho de que este último había sido fundado el 13 de octubre de 1933 y los “salteños” colocaron su piedra basal recién el 12 de abril de 1984, es decir 51 años después. “Las arenas del Fariñango vieron lucir sus habilidades, capacidades, calidades y talentos a valores que se constituyeron, con el paso del tiempo, en grandes referentes del balompié catamarqueño. En ese lugar cursamos la “escuela primaria”, por así decirlo, y después nos metimos de lleno en la actividad oficial, actuando en mi caso particular en Américo Tesorieri, a la par de una generación de cracks de renombre, como Manuel de Reyes Salcedo (“Yareta”), Julio César Nieto (“El Ratón”), Manuel Cuello (“Quito”), un tremendo arquero y Vicente Villafáñez (“El Piji”), comenta como mucha nostalgia. Y agrega: “El Piji” Villafáñez fue quien me prestó el primer par de botines o zapatos de fútbol, para que pudiera jugar en las canchas reglamentarias, puesto que yo calzaba habitualmente alpargatas o zapatillas de tela. Nunca me voy a olvidar de ese gesto, que pinta de cuerpo entero a un tipo de fuerte personalidad, pero sensible y solidario con sus compañeros y amigos”.

Mediocampista nato, dadas sus peculiares características de juego: ductilidad en el manejo de la pelota, buen panorama para propiciar acciones ofensivas y dueño de una excepcional pegada de derecha, González no se olvida de la brillante línea media que tenía Américo Tesorieri, cuando él comenzó a incursionar en primera, tras un fugaz paso por la segunda división (no hizo inferiores, porque ya venía “formado” desde los potreros, las viejas escuelas del fútbol, décadas atrás). Estaba integrada por Varela, Jodar y Castillo, tres jugadores que desarrollaban su juego casi de memoria. Con “Tesho” concretó una gran tarea, hecho que motivó que el director técnico Rodolfo Rodríguez (“El Avión”), lo convocara para integrar el seleccionado de la Liga Catamarqueña de Fútbol. En este sentido, señala que tuvo la enorme satisfacción de conformar un mediocampo de lujo en filas de la selección local, junto al “belicho” Ramón Angel Aguirre (“El Negro”) y Carlos Matías Cazuza (“El Calludo”). Este último, como se sabe, jugó en Talleres de Córdoba, al igual que Ramón Alberto Salas (“Recreíto” o “El Beto”, como ustedes prefieran) y nuestro entrevistado de hoy. Como dato anexo, González recuerda que en esa misma época (año 1968), Oscar Gaitán (“El Taco”), del Vélez local, fue transferido al Vélez Sarsfield de Liniers, ya que era otro de los grandes futbolistas que aparecieron en nuestro medio.

En 1970, tras su actuación en Talleres, Juan José González pasó a las filas del Racing de Nueva Italia (también de Córdoba), en canje por el pase de Humberto Taborda y de un chico de las inferiores, pero dos años después debió retornar a San Fernando del Valle de Catamarca al enfermarse su padre. Instalado en nuestra ciudad, se encuentra circunstancialmente con el entrenador José Federico Juárez (“El Tucumano”), quien lo convence para que vaya a Vélez Sarsfield local. Tras algunas gestiones, el Racing cordobés le otorga el pase. “En Vélez teníamos un equipazo, con el que participamos en los ex torneos Regionales de la AFA. Así fue que nos enfrentamos con Gimnasia y Esgrima de Jujuy, club que inauguraba su flamante estadio. Vos estuviste en la cobertura periodística de ese enfrentamiento, que terminó con una derrota nuestra y las expulsiones del “Trampolín” Fernández y mía, cuando iban pocos minutos de juego. El árbitro interpretó que hubo agresión antideportiva, pero en realidad yo sólo intervine porque él (Fernández) lo había golpeado a mi compañero Oscar “Bambino” Frías. En ese elenco estaban, entre otros, Humberto “El Lungo” Ortiz, Angel “Arobe” Bazán, Mario “Cuchi” Barrera, Víctor Edgardo Jalil, Rafael “Flaco” Herrera, Miguel Angel “Chuscha” López, Juan Pedro “Chino” Castillo, Víctor Hugo “Chirola “ Dumitru y Félix “Quirquincho” Echevarría. En los jujeños, debutó nuestro Francisco Ramón “Chichilo” Naranjo, comprado al balompié tucumano, actuando en el ataque junto a Daniel Valencia y Raúl de la Cruz Chaparro”, rememora. Cabe agregar que el zurdo Valencia alistó en el campeón del mundo 1978 y que Chaparro incursionó en San Lorenzo de Almagro.

En el mes de julio de 1973, J. J. González es cedido por Vélez local al Atlético Tucumán, que por entonces era una de las sensaciones del norte argentino en el plano superior de la AFA (certamen Nacional, cuando coexistía con el Metropolitano). Allí se codea con figuras del calibre futbolístico de Julio Ricardo Villa, integrante de la selección argentina campeona del mundo en 1978 (era de César Luis Menotti), Francisco Antonio Ruiz (“El Negro”, uno de los mejores arqueros que dio Tucumán en toda su historia), José “Pepe” Solórzano, José Antonio Lencina, Jorge Luis Ghiso, Juan Francisco “Kila” Castro, José Félix Bulacio, René Alberto Alderete y Miguel Angel Argüello. En esa década, más exactamente en 1979, el “decano” tucumano materializó su mejor actuación en un campeonato de la AFA, cuando en el marco del Nacional de la Primera “A” llegó a las semifinales, siendo eliminado por Unión de Santa Fe, en cotejos de ida y vuelta. Además, hay un hecho histórico que quizás pocos conozcan: fue el primer club del país en lucir oficialmente los colores con listones verticales blancos y celestes, en 1903, un año después de su fundación (27 de setiembre de 1902). Recién en 1908 la casaca albiceleste fue estrenada por la selección nacional de fútbol, mientras que Racing Club de Avellaneda se la colocó en 1910. En buen romance futbolero, se puede afirmar, sin tomar a equívocos, que el creador de la gloriosa blanquiceleste fue el Club Atlético Tucumán (CAT).

Los siguientes pasos de González fueron dados en el club Bella Vista del sur tucumano, en la selección de la vecina provincia, y de vuelta a sus pagos ambateños, donde juega para el Sportivo Villa Cubas, Juventud Unida de Santa Rosa, San Lorenzo de Alem, Salta Central, Independiente de San Antonio y Obreros de San Isidro (los dos últimos de la Liga Chacarera de Fútbol). Tenía 32 años de edad cuando decidió colgar los botines, con el firme propósito de dedicarse a la dirección técnica, incentivado por los consejos dados, entre otros, por el recordado Osvaldo Américo Avila, un implacable goleador en sus tiempos de jugador y un calificado entrenador, una vez retirado de la actividad oficial. En este sentido, destaca el respaldo recibido del DT nacional Pedro Cornejo, uno de los fundadores de la Asociación de Técnicos de Fútbol de Catamarca. “Como varios de los entrenadores locales, todo lo que aprendí en muchos años de jugador, dentro y fuera de la provincia, lo fui volcando en la formación de niños y jóvenes, porque en esa franja etaria está el futuro de nuestro fútbol, plagado de material humano de excelente nivel, en la mayoría de los casos desperdiciado por la ineptitud y la soberbia de los dirigentes de turno, salvo unas pocas excepciones”, sentencia con total convicción.


Escribe: Leo Romero
 

Ficha Personal

Nombres y Apellido: Juan José González.
Fecha de nacimiento: 16 de diciembre de 1947.
Lugar: San Fernando del Valle de Catamarca.
Edad: 65 años.
Padres: Juan Evaristo González y Santos Angélica Miranda.
Hermanos: Manuel Antonio, Ramón Edilberto, Luis Alberto, Rubén Héctor, Jorge Antonio y María Inés.
Estado civil: Viudo.
Hincha en el fútbol: River Plate de AFA y Américo Tesorieri de la Liga Catamarqueña de Fútbol.
Jugadores locales destacados: Luis Quevedo (“Tucumano”), Víctor Hugo Safe (“Turco”), Ramón Angel Aguirre (“El Negro”), Carlos Matías Cazuza (“Calludo”), Horacio Quiroga (“Quiroguita”) y Oscar Frías (“Bambino”).
Directores técnicos locales destacados: Osvaldo Américo Avila, Rodolfo Rodríguez (“El Avión”), José Federico Juárez (“El Tucumano”), Adolfo Sánchez y Pedro Cornejo.

 

Mi Opinión

A Juan José González lo entrevisté en varias oportunidades. Siempre me gustó su estilo. Es decir su forma de abordar los diferentes temas deportivos, con total y absoluta sinceridad y honestidad. Previo aviso, se encargó de guardar celosamente aspectos de su vida privada, porque a él le apasiona hablar de fútbol y de otras especialidades que le atraen sobremanera, casos atletismo, básquetbol y ciclismo, pero no hacer público lo que vivió, hasta hoy, puertas adentro. Respeté su posición personal, lo que no significó que evitara, “off the record”, hablar de ciertas aristas relacionadas con temáticas que “Jota Jota” se encargó de calificar de meras e inconsistentes “afirmaciones” del cerrado círculo futbolístico de nuestro medio.

Aclarado este punto de partida, en el arranque de la charla expresó su enorme satisfacción por haber estado en permanente idilio con el más popular de los deportes, a lo largo de más de medio siglo de vida. “El fútbol me permitió mostrar mis naturales aptitudes para llevar adelante su práctica y, de manera paralela, conocer un montón de lugares, dentro y fuera de la provincia, y por ende cosechar cientos de amigos por donde anduve. Me he codeado con verdaderos fenómenos, en especial defendiendo los prestigios de clubes como Talleres de Córdoba y Atlético Tucumán, y supe escuchar a grandes entrenadores, de los cuales recibí amplios y profundos conocimientos y experiencias, que hoy me sirven en mi condición de director técnico”, comenta.

Recordó que su comienzo con el buzo de DT, por así decirlo, se produjo en el Deportivo Unión, donde le tocó manejar un grupo de calificados jugadores del medio, entre los que mencionó a Raúl “Loco” Juárez, Andrés Donato Chazarreta, Juan Carlos Dumitru (“Cata”), Manuel Cerezo, Ernesto Gómez, Juan Carlos Luján (“El Mono”), José Brizuela (“Negro”) y Elías Pérez (“Gringo”). Después aportó lo suyo en casi todos los clubes del medio, indicando que las mayores satisfacciones las recogió en las categorías formativas. “Lamentablemente, no hay planes ni proyectos, tanto en las entidades “liguistas” como en el ámbito de la Secretaría de Deportes de la provincia, y así nos va. Se invierte la plata disponible en “futbolistas golondrinas”, provenientes de otros centros futbolísticos, y desaprovechamos el excelente material humano que poseemos, tanto en Capital como en el interior. Quizás alguna vez cambie este cuadro de situación, pero te juro que no le veo una salida o solución, ni siquiera en un plazo mediato”, asevera con un marcado gesto de preocupación.

En el epílogo de nuestro duelo verbal, destacó que Salta Central lo despidió cuando él resolvió darle el último adiós al fútbol de competición. “Un gesto de la dirigencia (José M. Zurita y Daniel Murúa eran sus cabezas principales) que merece consignarse. Por un doble motivo: porque allí comencé a darle a la número cinco (en los arenales del Fariñango) y en ese mismo espacio territorial la terminé acariciando, con el amor que siempre sentí y siento por ella, y por el balompié, lo mejor que sé hacer en la vida”.
 

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