Si el fútbol es un estado de ánimo, estamos bien

miércoles, 26 de junio de 2013 00:00
miércoles, 26 de junio de 2013 00:00

“Al fútbol se juega con las piernas, pero fundamentalmente con la cabeza”, supo decir alguna vez César Luís Menotti, técnico campeón del mundo con Argentina en 1978. La razón le dio la vigencia a estas palabras, que para los catamarqueños ilusionados con el ascenso del Atlético Policial tienen sabor a buenas noticias. Cuando Cristian Fernández me dijo en San Luis que los dos goles de diferencia que Estudiantes le sacó en la primera final a Policial no eran mucho, no lo supe digerir. Especialmente por la sinceridad del tucumano. Pura convicción, nada de chamuyo.
Un rato más tarde, en el hotel con los jugadores, Esteban Salvatore me pegó en el pecho al estilo Timoteo Griguol y gritó: “Quedate tranquilo que ascendemos”, y se fue a comer con sus compañeros. Otra vez me quedé parado y pensando.
Ya en el lunes, en su primera nota pos San Luis, Miguel Amaya de verdad parecía un tigre. “Estamos heridos, y es bueno”, explicó, derrochando fuerza en su voz quien supo ser un goleador sanguinario. Eso, sumado a un comentario de Facebook que decía “el gol del Pica vale oro”, ya me empezó a convencer cada vez más. Lo que terminó de pasar ayer en la práctica.
Pechos inflados, bromas y carcajadas, mucha confianza y concentración. Este plantel del Atlético Policial de verdad está convencido, y eso contagia. Va a ser este convencimiento el arma fundamental para dar vuelta esta serie ante el difícil Estudiantes de San Luis. Porque quedan 90 minutos para que el estallido llegue.

Explosión

Para que “Poli” gane y suba al Argentino A, tiene que explotar. Evolucionar, si se quiere. Hacer que cada uno de sus jugadores haga sentir que la categoría les queda chica, que la misión de cumplir su sueño es más fuerte que cualquier otra cosa.
Desde la asunción del “Tigre” Amaya, Policial fue adquiriendo personalidad. Conocido es su juego parsimonioso, preciso, buscando evitar los errores, y aprovechando los de los demás. La calma, la tranquilidad, ha sido una virtud que el entrenador les otorgó a los jugadores en su prédica.
Luego vinieron los resultados, que apuntalaron el proceso del tucumano. Ahora apareció la hombría. O como dice el DT, los huevos. “Tener huevos no es pegar un codazo o una patada. Tener huevos es pedir la pelota, animarse a jugar. Y los muchachos en ese sentido están con más huevos que nunca”, me contó Amaya, para cerrar la confianza y creer que de verdad se puede.

 

Martín Noriega.

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