Un tiempo para el olvido, otro que invita a la esperanza. Eso fue lo que pasó con River esta tarde en el Monumental. Tuvo una etapa para el olvido, donde sólo fue porque Tigre lo dejó ir, pero nunca se le cayó una idea como abrir el marcador. En el segundo, el golazo de Manuel Lanzini cuando sólo se había jugado poco más de un minuto cambió absolutamente todo.

Porque los de Ramón Díaz deambularon por la cancha como sombras en el primer tiempo. Fueron y fueron contra el arco de Javier García, obligados por su posición en la tabla, porque estaban en su estadio y, sobre todo, por su historia. Sin embargo, nunca consiguieron la profundidad, porque los juveniles Federico Andrada y Gio Simeone estaban desconectados de Manuel Lanzini y del resto de los volantes.

En el segundo tiempo, todo cambió para bien para el Millonario. Al minuto y medio de juego, el mismo Lanzini fue el que se llevó -casi de casualidad- una pelota disputada en el centro del campo y, a pura gambeta quedó cara a cara con García. No falló, puso el 1-0 y el partido fue otro.

Tigre debió salir, abandonar su postura rígida defensa y, en pocos minutos, River le pasó por encima. Primero, con una buena definición de Simeone, que convirtió su primer gol en Primera División. Dos minutos después, otra vez Lanzini anotó, aprovechando un rebote que dio García.

El 3-0 despertó a todos en el Monumental. Se fueron felices los hinchas, pensando que tanto en la Copa Sudamericana como en el torneo Inicial, el futuro puede ser encantador.