Miguel Oviedo

“Todavía sueño que ganamos la final del ‘77”

El exdefensor de Talleres repasa con El Esquiú.com sus inicios, logros y momentos destacados en su carrera como profesional.
viernes, 14 de septiembre de 2018 00:00
viernes, 14 de septiembre de 2018 00:00

“La Cata” es uno de los cuatro cordobeses (junto a Kempes, Ardiles y Gallego) que se consagró campeón mundial de fútbol con Argentina en 1978. El exdefensor de Talleres repasa con El Esquiú.com sus inicios, logros y momentos destacados en su carrera como profesional.

Miguel no aparenta, a simple vista, ser una de las figuras más destacadas de la historia del deporte cordobés. “La Cata” es un hombre grande. Tiene 67 años, arrugas en la cara, cabello blanco y un andar tranquilo. 

Cumple tareas administrativas en el Polideportivo Municipal Carlos Cerutti. Un pantalón largo de la selección, zapatillas y una campera deportiva componen su vestuario de trabajo. 

Miguel Ángel Oviedo nació el 12 de octubre de 1950 en la ciudad de Córdoba. Pasó su infancia en una casa humilde en el barrio de San Vicente junto a sus padres y hermanos. 

El fútbol fue para él una oportunidad de ganarse la vida, de generar ingresos. 
“Vos no vas a poder estudiar, pero te vas a dedicar de lleno al fútbol”, le dijo su papá. “Yo me hago futbolista por necesidad”, sentencia él.

“La copa es pesada”, rememora. Pasaron más de 40 años desde aquel día hasta hoy, pero el recuerdo es imborrable. 

El 25 de junio de 1978, Argentina se consagró campeón mundial de fútbol frente a su gente, en el estadio Monumental. Oviedo cumplió el sueño de toda una vida. Por el resto de sus días, desconocidos en la calle lo saludarán con un “hola, campeón”. Su camino a la gloria, sin embargo, estuvo signado por el esfuerzo.

 

- ¿Cómo llega el fútbol a tu vida?

- Yo me hago futbolista por necesidad. No sabía si tenía condiciones pero era mi pasión, con mi hermano nos volvíamos locos por salir a jugar a la vereda. Pero el fútbol fue más que eso, me dio la oportunidad de tener un ingreso de dinero. Fue importante el apoyo de mi viejo, no sé si me vio condiciones o qué, pero yo no me veía como un jugador con proyección. Sabía que no tenía técnica así que tuve que compensar físicamente. Así lo hice, me cuidé y no falté nunca a un entrenamiento. Eso me permitió dar mis primeros pasos como jugador.

- ¿Qué recordás de tus inicios como profesional?

- Yo tenía 16 años y debuté en Palermo (actual Unión San Vicente), con los nervios propios de la edad, pero me gané la titularidad. Me pagaban por partido y el sueldo era mitad para mí y mitad para mi papá. Cuando me toca pasar a Racing me pasó algo loco. La casa en la que vivíamos estaba hipotecada y era muy grande la necesidad de saldar esa deuda. Cuando fui a arreglar el contrato pedí únicamente que levanten la hipoteca de mi casa y yo jugaba todos los partidos. Resultó que los abogados del club también gestionaban eso, así que nos perdonaron la deuda. Mi viejo se emocionó un montón, esa fue una de las primeras anécdotas que me dio el deporte, un poco graciosa y también emotiva. 

- Poco tiempo después se da tu llegada a un equipo histórico. ¿Cómo fue formar parte del Talleres del Nacional ‘77?

- Llegué para formar parte de un nuevo equipo, armado por Adolfo Pedernera (presidente del club) y Ángel Labruna (director técnico). Fuimos sensación porque cada uno de los jugadores fue elegido para su puesto, no hubo ningún misterio ni varita mágica. Don Ángel (Labruna) solo nos decía “salgan y hagan lo que saben hacer, jugar al fútbol” y nosotros hacíamos eso, era así de simple. Llegamos a la final contra Independiente y no pude estar por una lesión, pero lo vi desde la tribuna. Ese día subestimamos al rival, Talleres se confió, pensó que tenía el campeonato ganado y esas son cosas que se pagan siempre y la gente te lo hace saber (NdR: Independiente, con tres futbolistas menos, le empató el partido al ‘Matador’, arrebatándole el campeonato). Todavía sueño con esa final, sueño que la ganamos. Esa espina te queda siempre.

- Un año más tarde ganaste la Copa del Mundo. ¿Seguís pensando en ese momento?

- Siempre. No te das cuenta en ese momento de lo que lograste, caes después. Mi señora me dice “sos importante, cumpliste el sueño de cualquier futbolista”. Campeón del mundo somos 44 de 44 millones de argentinos, imaginate (N. de la R: en realidad son 43m porque Daniel Passarella integró los dos planteles). Hoy veo la camiseta con las dos estrellitas y pienso que yo fui parte de una. Cuando terminó la final me metí a la cancha, miré la tribuna y pensé en la inmensa alegría que le dimos a esa gente. Y de nuevo se me vinieron a la cabeza mi viejo y mi hermano, porque gracias a ellos yo estaba ahí. 

- ¿Costó alejarse del fútbol?

- No, no me costó. Fue en el ‘87. Me cansé de los viajes, los entrenamientos y ya no me gustaba concentrar. Hablé con Viberti (DT de Talleres) y le dije que jugaba un partido más y me iba. Nunca tuve un partido homenaje, ni nada. Me fui como llegué, por la puerta grande. Yo sigo viendo fútbol, pero ya no puedo ir a la cancha, me hace mal. Todavía tengo el futbolista adentro, no puedo escuchar cómo le gritan a los jugadores.

Agustín González y Rodrigo
Luna, Especial para 
El Esquiú.com

 

 

“La Cata” para toda la vida

“Mi abuelo me puso el apodo. Cuando era chico y lo iba a visitar decía que yo movía la cabeza como una lora. Por ahí cuando me dicen Miguel no me doy vuelta, pero me dicen ‘Cata’ y ahí reacciono. Miguel hay un montón, Cata no hay tantas”. 

 

En Talleres, siempre presente

Oviedo es el jugador que más veces defendió la camiseta del ‘Matador’ en competiciones de AFA, con 366 apariciones. Si se suman los torneos internacionales y la liga cordobesa, la cifra sube a 453 juegos, quedando solo por detrás del histórico Luis Galván (502).
 

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