Hasta junio y durante casi 18 años, el país siempre tuvo a un boxeador campeón del mundo. El último fue Brian Castaño, quien perdió el título por no aceptar las condiciones para una revancha obligatoria. Quiénes son las pocas esperanzas.
“No hay soluciones mágicas, pero hay sectores industriales que están mejorando. La reactivación del mercado interno es fundamental”, aseguraba el recientemente fallecido presidente Fernando De la Rúa el 16 de junio de 2001 tras anunciar un paquete de medidas que apuntaba a resucitar el comercio exterior y el consumo, mientras el ministro de Economía, Domingo Cavallo, ratificaba que la convertibilidad era intocable. El mismo día, en la medianoche de Budapest, el mendocino Pablo Chacón noqueaba en el sexto round al local Istvan Kovacs y le arrebataba el título pluma de la Organización Mundial de Boxeo (OMB). Esa victoria iniciaba un período que se extendió durante 6583 días. En esos casi 18 años, Argentina siempre tuvo a un boxeador campeón del mundo.

Esa secuencia se interrumpió el último 25 de junio, cuando la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) despojó de su cetro superwelter a Brian Castaño por negarse a firmar el contrato para una revancha con el francés Michel Soro, retador obligatorio, a quien había vencido en julio de 2017. La decisión era previsible ya que el equipo que trabaja con el púgil de La Matanza había anunciado una semana antes que no había alcanzado un acuerdo con la promotora Univent (ganadora de la subasta para organizar el combate) por diferencias en la forma de pago de la bolsa y en el proceso para la realización de los controles antidoping y que por ello Castaño no pelearía en Francia.

Entre la consagración de Chacón en Hungría y el despojo de Castaño, otros 17 boxeadores argentinos se ajustaron un cinturón mundial, en algunos casos favorecidos por la multiplicación de organismos y la fragmentación de los títulos. Una muestra: el estadounidense Julian Williams, superwelter como el Boxi, reina como supercampeón de la AMB, que ya aprobó en paralelo un combate entre Soro y el ruso Magomed Kurbanov (el 20 de julio en Marsella) para consagrar a su titular regular. El organismo con sede en Panamá reconoce a dos o tres campeones en 12 de las 17 categorías.

La carencia de monarcas no es azarosa, sino que tiene motivos estructurales propios y razones que exceden los contornos del boxeo. Para Marcelo Domínguez, excampeón mundial crucero (1995-1998) y ahora entrenador, la principal debilidad está en la base de la pirámide. “Durante mucho tiempo se les prestó mucha atención a los profesionales y muy poca a los amateurs -explica-. Así se dejó de tener una base. Hoy los entrenadores terminan organizando peleas porque no lo hacen quienes tienen que hacerlo, los promotores, que no dan espacio en las carteleras a los amateurs”.

Otro paisaje

Con un recorrido histórico muchísimo más breve (Marcela Acuña obtuvo la primera licencia profesional recién el 25 de marzo de 2001), el boxeo femenino nacional vive un presente más auspicioso en lo que a títulos se refiere: actualmente cuenta con ocho campeonas mundiales en un universo más acotado que el masculino en cuanto a cantidad de exponentes (aunque con una tendencia creciente) y con bolsas mucho menos cargadas de billetes que las que perciben sus colegas hombres.

A la multicampeona formoseña de 42 años (ahora ostenta el título supergallo de la FIB) y a otra histórica, Yesica Bopp, las acompañan desde hace un lustro la santafesina Daniela Bermúdez y la sanjuanina Leonela Yudica. A ellas se sumaron en los últimos dos años otra sanjuanina, Cecilia Román; la necochense Jorgelina Guanini y Evelyn Bermúdez, hermana menor de Daniela.

La última en incorporarse a este grupo de campeonas fue la jujeña Brenda Carabajal, que el 13 de abril dio la gran sorpresa en Atlantic City al superar a la rusa Elena Gradinar y conquistar el título interino pluma de la Federación Internacional de Boxeo. Fue la primera victoria de una púgil argentina en suelo estadounidense.

El boxeo nacional tendrá la posibilidad de incorporar una estrella más este miércoles, cuando la neuquina Abril Vidal, de apenas 20 años, intente arrebatarle el cinturón superwelter de la AMB a la costarricense Hanna Gabriels, en San José.