Por quinto día consecutivo, Tim y Tom Coronel avanzaron en su camino a terminar otro Rally Dakar, llegando nuevamente a la asistencia en Ha-‘Il antes de que se fuera la luz solar. Los gemelos holandeses no la tuvieron tan simple esta vez, pero actuaron con prontitud e ingenio para minimizar la pérdida de tiempo. Eso los lleva a acercarse a la chance de figurar entre los 20 mejores de la clasificación absoluta de un momento a otro.

Su máquina, la Bestia 3.0, parece haberse adaptado muy bien al desierto saudí. Mientras que muchos participantes atravesaron hasta ahora un sinfín de problemas, Tim y Tom han padecido menos que los demás. Ayer fueron un par de pinchazos los que los demoraron un poco, en tanto que hoy los inconvenientes fueron otros, que se resolvieron con soltura.

“Veníamos haciendo una etapa muy interesante y superando a unos cuantos coches a buena velocidad”, resumió Tom al referirse a la primera parte del especial. “De repente, sentimos unas vibraciones extrañas, tras lo cual transcurrió muy poco rato hasta que nos dimos cuenta de que se había salido la rueda trasera izquierda. Pensamos: ‘¿Qué está sucediendo?’.  Se habían salido todos los bulones que sujetan la llanta. Uno de ellos se quebró completamente. Tim caminó un trecho para recuperar la rueda. Luego, quitamos un tornillo de cada una de las otras tres y así pudimos ajustar la que se había salido y continuar el rumbo”.

Según Tim, la historia no se convirtió en un drama: “También vimos que una de las mangueras que acciona el sistema de desinflado de los neumáticos se había cortado. Eso sí que complica más nuestra conducción en plenas dunas, al punto de que tuvimos que detenernos a bajar la presión manualmente. En total habremos perdido 15 minutos. Podría haber sido peor. No obstante, el resto del día fue positivo y el auto rindió de maravillas. Tuvimos problemas, pero siempre y cuando éstos no sean de magnitud, no nos podemos quejar. Recién vamos por la quinta etapa”.