Boxeo

A 32 años de la conquista de Sergio Oscar Arréguez

Hoy se conmemora una fecha especial para el deporte de los puños en la provincia de Catamarca.
miércoles, 8 de julio de 2020 02:10
miércoles, 8 de julio de 2020 02:10

Hoy, 8 de  julio de 2020, se cumplen 32 años de la consagración de Sergio Oscar Arréguez (“Yuyo”) como campeón argentino de los supergallos, sumando en esos momentos la tercera corona profesional de boxeo para Catamarca, ya que con anterioridad habían cosechado el cinturón con los colores patrios el pluma Oscar “Cachín” Díaz (1 de abril de 1961) y el liviano Luis Armando Soto (27 de febrero de 1987).


Arréguez derrotó por puntos, en fallo unánime de los jurados, al santafesino Néstor Luis Paniagua, en un combate que se realizó el 8 de julio de 1988 en el cuadrilátero emplazado en el Polideportivo “Fray Mamerto Esquiú” de nuestra ciudad.
La confrontación fue autorizada por la Federación Argentina de Boxeo (FAB), debido a la renuncia al título nacional del tucumano Pedro Décima, quien estaba radicado en los Estados Unidos y poco después peleó por el cetro mundial de la categoría, quedándose con el mismo.


Arréguez y Paniagua ocupaban los primeros puestos en el ranking de la FAB, razón por la cual se midieron para determinar quién se quedaba con la diadema de las 122 libras.


El recinto del parque Adán Quiroga prácticamente estuvo repleto de aficionados, a raíz de la gran expectativa generada por el hecho de que era la primera vez que Catamarca se convertía en sede de una pelea por título Argentino. 
El promotor Rafael Abel Maldonado fue la cabeza visible de la organización de este histórico e inolvidable evento, contando con el inestimable respaldo del abogado Alberto Trezza, quien fue apoderado de notables púgiles profesionales, entre ellos el excampeón mundial Sergio Víctor Palma.


De más está agregar que permanentemente Trezza fue asesor y consejero de todos los deportistas locales de la disciplina que necesitaron de sus servicios profesionales. Doy fe de ello.


Retomando lo estrictamente deportivo, Arréguez materializó sobre el entarimado una inteligente estrategia pugilística, guiado por su maestro de toda la vida, el recordado Roberto Alejandro Mema, un mendocino que se radicó para siempre en estas tierras ambateñas. 


El boxeador catamarqueño estuvo en una noche inspirada, sacando a relucir esa peculiar mixtura de estilista y peleador o fajador que siempre lo identificó, merced a las enseñanzas y secretos que le inculcó Mema. Gradualmente, fue llevando a su rival al juego que más le convenía, trabajando eficazmente en la corta distancia, a sabiendas de que Paniagua buscaría explotar su mayor alcance de brazos.


El “Yuyo” Arréguez no solo dominó en el aspecto técnico-táctico, sino también en el psicológico, ya que cuando el morocho santafesino menos lo esperaba, se lo llevó por delante y lo martirizó con mandobles en el rostro, cerrándole su ojo izquierdo.
De esta manera, el dueño de casa, alentando por el público, fue regulando sus energías, sabedor de que estaba dominando en las tarjetas de los jurados, permitiéndose incluso algunos “lujitos”  festejados por sus seguidores.
Al sonar la campana dando por concluida la lucha, el festejo alcanzó niveles superlativos. Se dio lectura a las tarjetas y, con la consagración de vencedor, el polideportivo explotó al compás del grito “Arréguez campeón, el “Yuyo” es el mejor”.

Escribe: Leo Romero
 

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