Deporte y Nostalgia

Pese a la derrota de Hugo Soto, fue una linda experiencia

martes, 18 de agosto de 2020 00:33
martes, 18 de agosto de 2020 00:33

En este mes de agosto del 2020 se cumplieron 26 años de la derrota sufrida por el catamarqueño Hugo Rafael Soto frente al ruso Yuri Arbachakov, en su fallido intento por obtener el título mundial de la categoría mosca en la versión del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Tras dejar en el camino a valores de la talla del chaqueño-bonaerense  Carlos Gabriel Salazar, a quien despojó de la faja nacional, al ex campeón ecuménico de la división Santos Benigno “Falucho” Laciar, al ruso Sergei Poligalov ( Soto se alzó con la incipiente y cuasi trucha corona de la desaparecida Universal Boxing Association –UBA-) y empatar con el experimentado salteño Rubén Osvaldo Condorí, el calificado púgil local elevó su desafío a Arbachakov.

A fines de julio del ´94, pude viajar a Tokio (Japón), merced al respaldo del Dr. Alberto Trezza y al apoyo que recibí de parte de algunos medios de comunicación (radio y televisión) para reunir los dólares necesarios (en ese tiempo regía la convertibilidad de Domingo Felipe Cavallo, es decir había paridad con nuestra moneda) para solventar gastos durante mi estadía en ese bello país asiático. El diario La Unión, donde ejercía el cargo de jefe de la sección Deportes, se negó a bancar mi traslado a Japón, motivo por el cual al regresar a San Fernando del Valle de Catamarca, el entonces director del decano de la prensa local, José “Pepe” Brenner, y su séquito de alcahuetes, me suspendió por el término de treinta días, sin goce de haberes.

Pero olvidemos ese mal trago y vamos a este recuerdo deportivo agridulce, ya que  Soto perdió por nocaut frente al ruso-japonés Arbachakov. En compañía del expromotor de boxeo Rafael Abel Maldonado, embarcamos en Buenos Aires y haciendo escalas en Colombia, México y Los Ángeles (EE,UU,), atravesamos el océano Pacífico y arribamos al aeropuerto de Narita (Japón). El equipo de trabajo que asistía a Soto ya estaba instalado en la isla. Nos hospedamos en el mismo hotel y en los días previos al combate, nos sumamos a las actividades desarrolladas por el crédito del barrio Los Ejidos. Una manera linda de aflojar un poco las tensiones.

El lance se concretó exactamente el primero de agosto de 1994, en pleno verano nipón, con más de cuarenta grados centígrados arriba del cuadrilátero. Soto, cuyo orientador técnico era su hermano mayor, Luis Armando, contaba con los servicios del sparring cordobés José Rafael Sosa y el apoyo del médico Ernesto Martínez, en calidad de representante. Asesoró al grupo el promotor mexicano Rafael Mendoza, quien ofició de nexo con el dueño del espectáculo en tierras asiáticas, el japonés Mac Kanegira. Los días que estuvo en Tokio fueron aprovechados al máximo por nuestro púgil, tanto en lo técnico como en lo físico. De tal manera, que trepó al entarimado en las mejores condiciones, más allá de que no se conocían muchos detalles boxísticos del ruso, salvo de que era un tipo que iba al frente, le gustaba la guerra y poseía además mucho poder en sus puños.

El estadio Ariake lucía un importante marco de público, habida cuenta que Arbachakov (27 años de edad) exponía por quinta vez consecutiva su reinado en las 112 libras ante un adversario que llegó precedido de excelentes antecedentes (campeón argentino y sudamericano). Bañados en transpiración, pese a que los equipos de aire acondicionado supuestamente funcionaban a full, nos ubicamos en el ring side junto con Rafael Abel Maldonado, actualmente radicado en la ciudad autónoma de Buenos Aires. Pegados a nosotros, estaban los otros dos colegas argentinos que cubrieron este combate junto al autor de esta columna periodística: Osvaldo Príncipi (TyC Sport, con televisación en directo para nuestro país) y Julián Mansilla, de diario “Clarín”, a quien volví a ver en el año 2001, cuando vino a Catamarca, oportunidad que aprovechamos para recordar esta jornada en el imperio del sol naciente.

Pero retornemos a la pelea propiamente dicha. Los primeros asaltos fueron bastante parejos, quedando en claro que el ruso-japonés se ajustó a su habitual plan de pelea: presionar, tirar y tirar, tratando de minar las fuerzas del rival. Ergo, la cuestión radicaba en efectuar una correcta distribución de energías por parte de Soto, caminando constantemente el ring e intentando boxear para salir de la línea de fuego. En el cuarto y quinto rounds, nuestro crédito (26 años) mostró una mayor agresividad, lo que desorientó bastante a Yuri Arbachakov. Soto se dio cuenta de ello y, equivocadamente, se fue a jugar fuerte y frontal en los cruces, con el convencimiento de que podía dar el gran golpe en el propio reducto del hombre radicado en Japón.

Así, sobre el final  del octavo capítulo, el ruso aprovechó un descuido de Soto y clavó un mortífero gancho de zurda a la zona hepática. Un zurdazo que creo nos dolió a todos los comprovincianos que seguíamos el trámite de la contienda, ya sea en vivo y en directo, como por los aparatos de televisión. El catamarqueño cayó de rodillas en el cuadrilátero y mientras Arbachakov levantaba sus brazos en señal de victoria, desde el rincón Luis Armando Soto le gritaba a viva voz que se pusiera de pie, ya que restaban sólo escasos segundos para que sonara la campana, dando por concluidos estos tres minutos de lucha. Hugo Rafael Soto miró a su hermano y le hizo seña de que no iba más. El árbitro francés Alfred Asaro llegó al ¡out! y selló de esta forma el triunfo del campeón. Se diluía el sueño de ceñirse la faja ecuménica de los moscas del CMB, no obstante el dignísimo desempeño del “Chueco” Soto. Arbachakov continuaba invicto luego de los diecinueve combates profesionales que tenía en esos momentos en su haber.

La verdad es que se perdió sin discusión, merced a una buena definición de Arbachakov, pero debo enfatizar que el rincón del catamarqueño fue manejado fundamentalmente por el “chamaco” Mendoza, situación que molestó bastante al adiestrador Luis Armando Soto. Comprendí al mayor de los Soto porque una vez más quedaba al desnudo que los catamarqueños somos especialistas en agrandar a ciertos avivados de afuera, quienes se aprovechan de sus supuestos currículum deportivos y se alzan con la tajada más grande de la torta general (léase dólares o pesos).

Debo agregar en esta recordación, que si bien es cierto Oscar “Cachín” Díaz es el referente indiscutido del boxeo local a la hora de un repaso histórico, no cabe la menor duda que Hugo Rafael Soto es la máxima figura que ofrendó la disciplina no sólo a nivel nacional sino también internacional. Ganó todo, absolutamente todo, haciendo trascender Catamarca a planos impensados, algo que nadie hubiese imaginado hace medio siglo, cuando comenzó a gestarse este fenómeno social y popular en nuestra provincia. Se llenó de gloria y de coronas. Fue campeón argentino (amateur y profesional), sudamericano, intercontinental, latino y mundial, incursionando en las categorías mosca, supermosca, gallo e incluso supergallo, otorgando en este último caso un marcado handicap a sus ocasionales rivales, ya que por naturaleza siempre fue mosca. Con excelente base técnica, fuerte, valiente y propietario de un poder demoledor en ambos puños, Hugo Rafael Soto concretó una campaña profesional que será muy difícil de igualar o superar en el futuro por algún coterráneo.

Escribe: Leo Romero

ESPERANDO EL COMBATE. Con la antelación necesaria, nos instalamos con Rafael Abel Maldonado en las cercanías del ring del estadio Ariake de Tokio (Japón), esperando el inicio de la pelea por el título mundial de los moscas (versión CMB)  entre el campeón Yuri Arbachakov y el retador Hugo Rafael Soto.

 

ARBACHAKOV AL ATAQUE. Una escena captada durante el choque mundialista efectuado en tierras niponas. El ruso-japonés Arbachakov ataca decididamente a su adversario, luego de un comienzo con marcada paridad arriba del ring. Soto se confió en demasía y pagó un caro precio en el octavo round. KO inapelable.

 

SE ACABÓ EL SUEÑO. Final del combate en Tokio. Yuri Arbachakov ya culminó su faena y festeja ante su público. Hugo Rafael Soto yace en el tapiz, sin chance de recuperación. Pese a la caída, demostró que podía llegar a campeón del mundo.

LA DERROTA QUE MÁS DOLIÓ. Tras consagrarse campeón del mundo frente a José Bonilla, el catamarqueños Hugo Rafael Soto expone el cetro ecuménico de los moscas ante al venezolano Rafael Gamez (“Leo”), quien lo batió por nocaut en el tercer round. La escena pertenece a esta contienda.

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