Opinión
Humo, oportunismo o todo tiene que ver con todo
En principio, sin ánimo de pitoniso, estimo que Boca no vendrá a Catamarca para retomar los entrenamientossi en medio de la pandemia del coronavirus. Igual, el anuncio de esta potencial visita futbolera me generó un par de sensaciones o varias al mismo tiempo.
Lo del “humo” es porque en principio no resulta serio, que mientras a cualquier catamarqueño que llega de afuera de la provincia se le exige un testeo en el “Malbrán” (ex Sussex) y 14 días de cuarentena, Boca pueda venir con su plantel y pase directamente a entrenar. Cuando, si los jugadores “xeneizes” debieran cumplir con ese requisito, al cabo del aislamiento, ya tendrían que volverse. Por aquello de que la “ley pareja no es rigurosa”, nada más
Además, siguiendo con el rigor de los trascendidos, vendría con la seguridad de un campo para entrenar, gimnasio y alojamientos acordes, sobre lo que “no habría inconvenientes”, como anticipó la secretaria de Deportes, Sylvia Jiménez, cuando acá todavía no están habilitados los hoteles y están restringidos los servicios de gastronomía.
También deberá tenerse en cuenta que no vendrían únicamente el técnico y los jugadores, sino que serán indispensables los servicios de médicos, kinesiólogos, masajistas, utileros y otros auxiliares que se encarguen de la ropa, los elementos de trabajo, como de otros menesteres que incumben a la atención de un equipo de primera división, en pretemporada. No menos de 30 a 35 personas, llegando a Catamarca y circulando en, por lo menos, dos turnos del hotel al campo de entrenamiento.
La alusión al “oportunismo” es porque, al darse la noticia se hizo repetidamente hincapié en el mensaje del gobernador Raúl Jalil, que “al asumir sus funciones, lo primero que me manifestó fue que quería activar nuevamente el estadio Bicentenario”, según puntualizó la funcionaria citada. ¿Ese sería el campo para entrenar que se le ofreció a Boca?
De ser así, habría sido una contradicción parecida a la del ministro de Infraestructura y Obras Públicas, Ing. Eduardo Niederle, que el 25 de junio pasado anunció que “en 15 días tendrían que empezar las tareas de refacción en el Estadio Bicentenario”, que demandarían “una inversión de $15 millones en una primera etapa, mediante una intervención mixta, con obras por administración y otras contratadas”.
Hasta precisaba que “vamos a empezar con nuestras máquinas en todo lo que sea demoliciones y después con una empresa privada vamos a comenzar a trabajar en los hundimientos de las tribunas norte y sur”, describía con pleno conocimiento y certeza sobre los daños a corregir, quien fuera el mismísimo jefe técnico de la empresa Capdevilla, que construyó (¿?) el estadio.
Las palabras de Niederle superaron largamente aquel plazo de “dos semanas” sin haberse hecho realidad hasta hoy, en medio de las conocidas y públicas advertencias de abogados locales, quienes señalan que “cualquier intervención en la estructura del Estadio habilitaría al rechazo de la demanda por parte de Capdevilla, a raíz de la alteración de las pruebas en su contra...”, entre otros argumentos.
A todo esto, la empresa Capdevila se declaró en quiebra cuando la Fiscalía de Estado, a cargo del Dr. Carlos Bertorello, por el 2019 (no hace tanto), reclamó un resarcimiento para la provincia de 257 millones de pesos o la alternativa “de 44 millones de pesos por las fallas de construcción, más 40 millones por el deterioro posterior”, para el caso de que la primera demanda resultare inadmisible y que “el Tribunal entienda que los ‘parches’ que se puedan hacer alcancen para resarcir parte del daño”, sostenía Bertorello.
Como sea, hasta el presente -al menos públicamente- no se conoció de ningún acuerdo con la Constructora Capdevilla, ni se supo de una formal autorización de la Justicia para intervenir el estadio; condiciones que hasta el propio gobernador Jalil consideró elementales para restaurar los graves daños estructurales y, menos, volver a usar sus instalaciones como escenario deportivo. A esos fines, está oficial y judicialmente clausurado.
Por eso nos llamó la atención que al aludirse al “ofrecimiento” de Jalil a la dirigencia de Boca, para que venga a Catamarca a retomar sus entrenamientos, en medio de la pandemia, se insistiera en el detalle sobre el particular interés del gobernador sobre su prioridad por “activar nuevamente el estadio Bicentenario”.
Y bueno, de allí lo del “humo” y el “oportunismo”, o lo de que “todo tiene que ver con todo”, como el griego Anaxágoras teorizó acerca de que “nada puede existir aislado en cualquier aspecto de la vida que queramos analizar, porque -de alguna manera- nos encontramos que está relacionado con otro aspecto”. Parecido, ¿no?
Víctor Hugo Uriarte
Periodista – Ex subsecretario de Prensa