Deporte y nostalgia

Jesús Maza, el atleta que parecía invencible

martes, 7 de diciembre de 2021 01:16
martes, 7 de diciembre de 2021 01:16

Sepa el lector desde este momento, que esta pequeña nota homenaje será incompleta. No hay posibilidad de resumir en un par de páginas la extraordinaria carrera deportiva de Jesús Arnaldo Maza, uno de los atletas más brillantes que ha dado el deporte catamarqueño en su historia.

Sólo la nómina de sus triunfos alcanzaría para escribir varios libros, porque el hombre se mantuvo prácticamente invicto durante más de una década, y arrasó con los rivales con tal naturalidad que grabó su nombre a fuego en las estadísticas provinciales.

Dueño de una condición física envidiable hasta el día de hoy, sumó a su genética y talento cualidades admirables: responsabilidad, conducta, constancia, seriedad.

El cóctel resultó en una figura virtualmente invencible, y una trayectoria ejemplar, camino a seguir por cualquier joven que sueñe con incursionar en la alta competencia.

Los inicios

Maza, que el próximo 23 de diciembre cumplirá 55 años (nació en 1966), es andalgalense. Para ser más precisos, viene de Las Mesadas de Aconquija, el interior del interior, origen que explica gran parte de su sencillez, su humildad y tranquilidad.

Cuenta la leyenda que fue en ese rincón de paisajes paradisíacos donde ganó su primera carrera, a los 12 años, en una competencia escolar que tenía como premio una pelota de fútbol.

Un año más tarde, cuando apenas despertaba a la adolescencia, su vida cambió por completo, ya que ingresó al Seminario Diocesano de Catamarca.

Aunque su horizonte por entonces era convertirse en sacerdote, el deporte ya era parte de su vida.

Como seminarista, participaba en todas las competencias intercolegiales, que eran furor en la época, y también en los tradicionales Juegos Evita, donde cosechó sus primeros triunfos.

La vida de Maza da otro golpe de timón a los 18 años, cuando le tocó cumplir con el Servicio Militar Obligatorio e ingresó en el Regimiento de Infantería Aerotransportado 17.

Se reveló entonces, ayudado por su siempre extraordinaria condición atlética, en un soldado destacado.

Practicó paracaidismo, y comenzó a comprender que el deporte sellaría gran parte de su camino, ya que por entonces era evidente que tenía aptitudes fantásticas.

De lleno

Cumplida la “colimba” volvió al seminario y siguió participando en carreras de resistencia, perfilándose como una figura juvenil, hasta que sorprendió a los mayores con su ritmo implacable.

A mediados de los 80, se trasformó definitivamente en el mejor atleta catamarqueño.

Se adueñó de innumerables records, y llevó su calidad por el país, quebrando marcas en 1.500 metros, 3.000 metros, 10.000 metros y muchas otras pruebas.

Transformó ese talento en su primera profesión, cursando el profesorado de educación física en el entonces Instituto Nacional de Educación Física y fue el primer comprovinciano en completar el curso de entrenadores Nivel I IAAF.

Dejó la carrera religiosa y se casó con otra gran deportista, Gladys Estela Pacheco. Ella le dio a sus cuatro amados hijos: Paola, Emmanuel, Gabriel y Milagros, todos deportistas.

Deportivamente no cesaba de superarse a sí mismo, y sus logros llegaron incluso a las exclusivas páginas de la legendaria revista El Gráfico.

Triunfó a lo largo de una década en casi todas las carreras en las que participó, incluyendo pruebas que congregaban a los mejores exponentes del atletismo nacional e internacional, como las pruebas del diario “El Liberal” de Santiago del Estero, las competencias de “Canal 12” de la provincia de Córdoba (¡allí ganó cuatro veces!), “’La Vuelta a Chacarita” en Buenos Aires y hasta clasificó undécimo en 11° en la XIII Maratón Internacional “Junqueño Modesto Carrión” de Puerto Rico; prueba internacional de la que participaban los mejores atletas del mundo.

Esa carrera fue en 1989: Jesús logró participar luego de correr el Campeonato Argentino de Carreras de Ruta, y para tolerar el calor portorriqueño salía a entrenar en El Jumeal en el momento más insoportable de la siesta: un luchador.

Fue su primera gran experiencia internacional, y aunque brilló en la prueba, sufrió bastante para llegar. Era la primera vez que debía viajar en avión y sentía el lógico temor antes de subir, tanto que tuvieron que convencerlo para que no desistiera del viaje a último momento.

El trazado era de 21 kilómetros extenuantes en zona de montaña, con constantes subidas y bajadas. Estadounidenses, africanos, latinos y corredores consagrados le demostraron a Maza que estaba definitivamente al nivel de los mejores.

Por entonces, en Catamarca lo ganaba todo. Pero jamás tuvo un gesto de soberbia: los valores aprendidos en el seminario y el ejército guiaron su comportamiento.

Etapa final

Más tarde se convirtió en dirigente y condujo la Asociación Catamarqueña de Atletismo con el mismo éxito que cuando corría: fue reconocido por el Círculo de Periodistas Deportivos, prestigiosa institución local que a nivel personal ya lo había premiado en 1987, 1988 y 1989.

Es tan importante la huella que dejó Maza e el deporte, que tuvo su propia prueba homenaje: un grande.

Luego se dedicó a la docencia, presidió la Agrupación de Atletas Veteranos de Catamarca “Pedro Roberto Arias” y fue director y entrenador de la Escuela de Atletismo “Los Mayuatos” que llegó a congregar cientos de atletas en toda la provincia con media docena de centros de Desarrollo Deportivo.

En 2020, plena pandemia, decidió dejar su rol de dirigente: “Cumplí mi ciclo, las nuevas generaciones deben tener su lugar”, anunció.

Comenzaba a cerrarse la gloriosa parábola que, sin saberlo, empezó a transitar en su Aconquija natal, cuando triunfaba en aquella primera carrera siendo un niño.

Nunca podrá escribirse la historia del atletismo catamarqueño sin mencionar a Jesús Arnaldo Maza, un grande que se ganó su lugar indeleble a golpes de triunfos, de sudor, de calidad y sacrificio.

Un campeón casi invencible que, paso a paso, se instaló en el podio para siempre.

Un campeón indiscutido

Hasta mediados de los años 80, el atletismo catamarqueño tenía nombre y apellido: Ramón López. El “Pato” había sido campeón de la ASOCAT trece veces seguidas entre 1973 y 1985, y ningún aficionado a las pruebas de resistencia podía imaginar que alguien sería capaz de hacerle frente... hasta que apareció Jesús Maza. Siendo todavía un juvenil, dio señales que de que podía discutirle el reinado al “Pato”, imponiéndose en algunas pruebas. Ya en 1986 Maza se coronó campeón catamarqueño, e iniciaría un ciclo brillante.

Jesús Maza se convirtió desde entonces en amo y señor del atletismo de esta provincia, consagrándose como el mejor en once ocasiones. Llegó a la cima y se transformó en pentacampeón, para confirmar que era algo serio: consiguió cinco títulos consecutivos en 1986, 1987, 1988, 1989 y 1990. En 1991 la racha se cortó con el triunfo anual de Marcelo Sosa, pero Maza retomó el control y llegó a hexacampeón al coronarse nuevamente en 1992, 1993, 1994, 1995, 1996 y 1997.

Una “bestia” que prácticamente no tenía rivales, y que impuso sus excepcionales condiciones tanto en Catamarca como en incontables pruebas nacionales e internacionales alrededor del país.

Sólo el “Pato” López lo supera en cantidad de títulos, aunque el record absoluto del atletismo provincial pertenece a una dama: Cristina Sigampa, 14 veces consecutivas campeona entre 1991 y 2004.

Salvando vidas a puro coraje

Además de atleta y militar, Jesús Maza se integró a la Policía de Catamarca, donde formó parte del llamado grupo Kuntur, de operaciones especiales. Es un avezado rescatista en alta montaña y participó como líder del recordado rescate de los funcionarios nacionales que quedaron varados a 4.000 metros de altura durante la gestión de Mauricio Macri.

Maza tiene los títulos de guía, rescatista, búsqueda y supervivencia en alta montaña, pero además contaba con una ventaja extra: es oriundo de Aconquija, el lugar donde quedó el helicóptero de la comitiva presidencial.

“Qué casualidad, el último curso que recibimos (del cerro escuela en el Aconquija) fue ahí. La zona por donde ascendimos en el curso fue por donde descendimos. Durante el curso, habíamos estado en todos los lugares donde estaba el helicóptero”, recordó.

El grupo de rescate llegó a los 4.000 metros de altura para encontrarse con la comitiva presidencial.

Ante los grandes problemas climáticos, no existía otra alternativa que emprender la escalada de la montaña a pie. Todo el trayecto duraría unas tres horas.

“Cuando salimos de acá, no sabíamos a quiénes íbamos a rescatar. Solamente vimos las coordenadas del lugar y nos determinamos por dónde íbamos a hacer el recorrido”, dijo Maza.

Una vez encontradas las personas varadas, hubo que decidir cómo iniciar el descenso.

“El helicóptero que rescató a los varados arriesgó mucho al ascender para hacer ese rescate. Pero nos ha salvado a todos, porque si esa gente hubiera bajado a pie, la historia sería otra”. Y agregó: “El helicóptero debería haber hecho tres viajes más. Y el tiempo no hubiera dado, porque en 20, 30 minutos el mal tiempo ya hubiera estado arriba”.

La decisión de que el helicóptero no realizara más viajes fue del jefe de patrulla, el comisario Marcos Herrera: “Cualquier otro intento de rescate hubiera sido correr elevados riesgos”, afirmó Maza.

El rescatista indicó que si el piloto del helicóptero no realizaba ese arriesgado ascenso para rescatar a la comitiva, el desenlace podría haber sido otro: “Caminar mucho tiempo sobre la nieve les habría congelado los pies porque estaban con zapatos y con medias. No había otra forma de rescatarlos”.

“Todos (los del equipo Kuntur) estaban en condiciones óptimas de bajar caminando. Era personal de la Fuerza Aérea, seis pilotos que tenían botas para andar en la nieve. Más cinco integrantes del grupo Kuntur, y habían llegado también un baqueano de Andalgalá y un bombero”, afirmó.

La hazaña los llevó a los medios nacionales. Maza lo tomó con calma y sintió que sólo había cumplido con su deber.

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