Santos Carrizo: Un número 2 de lujo
Muchas de las cosas en nuestras vidas nacen de los recuerdos y la nostalgia.
En mis años de niñez viví en calle Salta, entre Zurita y Güemes. Allí empezó a crecer mi pasión futbolera, la que trajo a mi memoria a un jugador de los viejos tiempos. Descollaba como el número 2 de Vélez. Me estoy refiriendo a Santos Carrizo.
Años después, cuando volví de estudiar en Córdoba, la figura de aquel futbolista reapareció de pronto cuando iba a realizar un trámite en una librería de mi nuevo barrio. En aquella librería de Maipú y Rojas trabajaba Santos. Lo saludé y me respondió amablemente, surgiendo en mí la idea de entrevistarlo y registrar sus vivencias. Fue un humilde reconocimiento orientado a poner en valor a una figura del fútbol de Catamarca, tal vez poco reconocida en aquella época.
Después de varias conversaciones, digamos informales, en enero de 2025 lo desafié a realizar un reportaje. “Si, cómo no”, fue su sorpresiva respuesta. Así, convinimos en juntarnos en juntarnos al día siguiente (16-1-25) en la puerta del Hotel Ancasti.
Caminando con destino a casa, en el trayecto iba diseñando como reportear a una persona, que si bien conocía de muchos años, no le tenía la suficiente confianza, “lo mismo le debe pasar a todos los periodistas”, pensé, con la salvedad que yo no lo soy.
En casa abro la PC y busco cómo hacer un reportaje. Le consulto a mi hija que sabe de eso por sus estudios y, lapicera y papel en blanco, comienzo a esbozar las preguntas para Carrizo.
Recuerdos de purrete
La nota, de alguna manera, la inicié yo contándole qué me llevó a proponerle una nota. Le conté que cuando chico, “allá por 1962 o un poco más solía ir en el camión de los Rizo, junto con la barra de Vélez, a la cancha de la Liga, a la que una vez entré de la mano de él”. Eso evitaba que a los chicos les cobraran entrada.
A partir de allí ni siquiera necesité el machete de preguntas. Santos tomó la palabra recordando su historia.
“Con el futbol logré muchos amigos y tuve suerte. Percibo que la gente me quiere y me reconoce. Por donde ando me saludan”.
Se dio un respiro y habló de su vida. “Nací en La Peña, La Paz, el 6 de abril de 1939. Éramos 11 hermanos, 6 varones y 5 mujeres. Soy el séptimo hijo. Nos vinimos a vivir a la ciudad cuando yo tenía 5 años”.

Y el monólogo siguió. “Fui a la escuela 43 y, como tenía facilidad para jugar la pelota, el maestro ‘Tito’ de La Colina (murió trágicamente en 1973) “me quiso hacer jugar en las infantiles, pero no tenía la edad -12 años- para hacerlo. Años más tarde jugué en los campeonatos Evita con Reyes Moreno y el ‘Beto’ Salas, que ya mayor jugó en River y Talleres ¡ Un gran jugador! Ingresé al Colegio Nacional y querían que jugara al vóleibol o al básquetbol, pero ya el fútbol me gustaba demasiado y fiché en Vélez a los 15 años (1954). De la cuarta pasé a primera. Allí jugué hasta el retiro”.
El fútbol llena su vida. “Siempre fui respetado, tanto dentro como fuera de la cancha, y en la vida diaria”.
Imposible no preguntarle, conociendo y habiendo asistido a tantos partidos de Vélez en la Liga, de sus encuentros con Leopoldo Ponce, el 9 de Policial. “Era muy duro, pero solo dentro de la cancha. Después de alguna jugada violenta me pedía disculpas. Fuera de la cancha éramos buenos amigos, pero había otros buenos delanteros y muy hábiles. Los nombra. Segura de Tesorieri y Tula de Sarmiento. Recuerda que a punto de descender Vélez debía ganarle a Independiente y Sarmiento. “A Independiente le ganamos 8 a 2 , y repetimos con Sarmiento. Nos salvamos y al año siguiente salimos campeones y campeones tres años seguido: 1958, 59 y 60. Nos dieron una copa enorme por haber ganado tres años seguido el campeonato de la Liga”.
¿Jugó siempre en Vélez?.
“Estuve a préstamo en Juventud Unida, pero solo jugué tres partidos. Cuando me tocó el servicio militar no jugué en Unión. La pasé mal, preso, hasta en calabozo, me negué a jugar y por eso me castigaban. Era furriel y un día le llevo un informe al capitán y después que le leo, me dice ‘agréguese 15 días de arresto’. Me salvó un suboficial que era hincha de Vélez y lo encaró al capitán para evitar mi arresto. Yo escuchaba desde afuera y pensé a ‘este lo rajan’, pero resulta que ambos eran amigos, eso me favoreció y pude jugar tranquilo y ese año salimos campeones”.
Grandes jugadores y amigos
Recuerda a grandes jugadores que fueron sus amigos. Entre ellos a Reyes Moreno, “Chacho” Ayala, “Nano” Risso, “Minuta” Barrionuevo, “Medio litro” Corro, el “Negro” Ríos y muchos más.
Destaca como interminable la lista de jugadores con los que compartió y rescata su sensibilidad ,“no solo jugando al fútbol”. Agrega que en Vélez se hacían bailes en la sede de la calle Sarmiento y los jugadores “hacíamos de mozos para recaudar algunos pesos y aliviar los gastos del club”.
“¿Los entrenamientos como eran en su tiempo?”. “Cada uno se conocía bien, yo por ejemplo tenía un circuito para trotar por la vieja ruta 38 hasta el segundo paso de El Tala, ida y vuelta”.
“¿Cómo hacían con la táctica?”, le pregunté. “Nos juntábamos en la sede de Vélez y en la cancha de básquet hacíamos movimientos, nos conocíamos todos muy bien, veníamos de la cuarta jugando juntos”.
“¿Fue tentado por algún equipo de otra provincia?” “En el año ’68 sentí que Talleres de Córdoba me quería, pero siempre estuve pensando en mi seguridad, tenía trabajo seguro, trabajaba en la Cámara de Diputados, lo otro era algo que desconocía”.
“En el fútbol y en su puesto a qué jugador admiraba en su época”. No duda en decirme Perfumo, “por su calidad” y como buen hincha de Racing, y le agregué “usted tenía mucho de Perfumo en su estilo de juego. Era un jugador que sobresalía, distinto al ‘Hacha’ Navarro de Independiente. En ese tiempo esa era la comparación”.

En la Liga
“En el equipo de la Liga empecé a jugar a los 18. Recuerdo que una vez fuimos a jugar a Tucumán. El presidente de la Liga era el Dr. Jalil y hacía de médico del equipo también. En una jugada me parten la ceja izquierda y ahí nomas me suturó. Un poco por mi irresponsabilidad volví a jugar, esa fue la única lesión que tuve”.
“Jugué en muchas canchas. En la de Boca, River, Argentinos de Quilmes, en Córdoba, Tucumán, en Jujuy lo eliminamos a los jujeños cuando se jugaba la copa Beccar Varela y cuando fuimos a Mendoza nos eliminaron. En el año ’64, con otros jugadores, jugando para Tinogasta, nos llevaron por el Paso San Francisco a probar en Chile, pero fue algo muy poco claro. Las lluvias cortaron La Cébila, del otro lado nos esperaban en un camión para llevarnos desde allí a Chile. Fue una experiencia fuera del país”.
Acerca del fútbol actual dice que “es muy especulativo. Los equipos están más ocupados en la falla del contrario que en crear. Nosotros salíamos a jugar la nuestra, no especulábamos, eso de volver la pelota al arquero me parece que es poco creativo”.
Los técnicos
Le pregunté acerca de los técnicos actuales y cree que “insisten mucho en lo físico, eso le quita al jugador espontaneidad, no como en nuestro tiempo que estaba aquel que improvisaba. Hoy hay muy pocos como Maradona o Messi”.
Considera que los técnicos actuales no muestran tanta diferencia entre sí. Le hice recordar al “Toto” Lorenzo que era un adelantado de su época”. Me dice “si, era muy difícil hacerle un gol a Boca, y llegó a ganar el mundial de clubes”.
Tuvo sus recuerdos pasionales para Racing, aquel triple campeón 1949, 1950 y 1951.
Ante la consulta de cuánto le aportaron a su juego los técnicos destaca “sin desmerecer a otros, Adolfo Sánchez fue quien me hizo ver desde mi puesto con mejor claridad como acomodarme en la cancha y eso, con la experiencia que tenía, me hizo jugar mejor”.
¿Lo tentaron como técnico?”. Con una sonrisa responde “fui técnico en un tiempo de Vélez, pero entendí que para eso se necesita algo más que haber sido jugador de fútbol. El jugador está acostumbrado a una manera de jugar y el técnico busca otra manera de trabajar el equipo y eso es todo un desafío. Fui técnico del “Coyoyo” Vega, un excelente jugador, en un tiempo fuimos compañeros, él se inició en Vélez, pasó a Sarmiento y volvió a Vélez, un estratega dentro de la cancha, muy solidario, gran amigo”.
Agrega “Antes conté que me buscaron de Talleres, cuando vino una a jugar acá. El técnico era el padre de Willington y él me quiso llevar, pero nunca fue algo firme. Después me tentaron de San Martin de Tucumán, pero como lo dije, me costaba, no me daban seguridad”.
“Siempre les digo a mis hijos que fui un tipo de suerte”, pero también destaca “el gran compañerismo no solo en Vélez. Eso me aportó mucho y el respeto de jugadores de los otros clubes, un gran estímulo fue que durante tres o cuatro años fui elegido mejor compañero en mi lugar de trabajo, en la dirección de la Vivienda”.
Hijos y nietos
“¿Cuándo se casó? “Lo hice el día de la Lealtad Peronista, el 17 de octubre de 1968. Tengo un hijo varón y tres mujeres, una psicóloga que vive en Tucumán, tres nietos. A ninguno le gusta el futbol. Uno de ellos prefiere el rugby, y un bisnieto se divierte con un fulbito que le regalé”.
Nunca fue tentado ni tuvo apetencias políticas, pero de su familia recuerda que la figura de Perón les despertaba admiración. Aclaró “que sus padres le transmitieron que el esfuerzo es lo que le da valor y ya cuando un poco más grande los mayores les ayudamos a los hermanos más chicos a que sigan estudiando , y hoy sus hijos son profesionales. “Si, fui dirigente del club antes de que se inaugurara el nuevo predio, recuerdo con gran afecto y cariño a David Dahbar, que vivía para el club” y destaca el trabajo que está haciendo Edgardo Macedo como presidente.
Redacción: doctor Alejo Jesús Arias. Producción: Rafael Andrés Bruno.
EL TRABAJO
De sus trabajos, luego de estar en la Cámara de Diputados, por esas cosas de la política, pasó a trabajar en la Vivienda, en la época de Frondizi y recuerda el buen número de casas que se hicieron en toda la provincia. Se jubiló en tiempos de la intervención federal del año 1991 y tuvo que vencer la burocracia para que su haber jubilatorio le fuera reconocido.
Retirado del fútbol incursionó en la Liga de veteranos, en el equipo de DUCA. Un infarto de miocardio lo obligó a dejar de practicarlo y le agradece al Dr. Roberto Gómez que le haya dado la solución que ahora le permite seguir disfrutando, fuera de las canchas, aquello que el fútbol le generó.
Santos Carrizo, a los 84 años, es la síntesis de una persona de bien. Sereno y amable, me encantó compartir el café un día 16 de enero y otro el 7 de marzo de 2025 para que el tiempo no borre lo que se construyó con amor, esfuerzo y trabajo. Es que el fútbol no es solo un deporte.