Sin sentido

miércoles, 20 de octubre de 2010 00:00
miércoles, 20 de octubre de 2010 00:00

Las autoridades del Ministerio de Educación anunciaron que no habrá uniformidad en el cierre del ciclo lectivo 2010, sino que la fecha en que terminarán las clases dependerá de cada escuela.
De este modo, si un colegio con orientación religiosa no dictó enseñanza un día por las fiestas patronales, extenderá su actividad un día más que el resto, y el mismo criterio se aplicará en todos los establecimientos.
Se fijó entonces una fecha tentativa de culminación de las clases, y a partir de allí cada institución deberá añadir tantos días como jornadas haya tenido con inconvenientes a lo largo del año.
La singular disposición parte del propósito casi obsesivo de acercarse a los famosos 180 días de clase, un fin que parece haberse trazado como meta principal, cuando en realidad no representa garantía alguna del éxito educativo.
Ocurre que la enseñanza no puede medirse cuantitativamente por el número de días en que las escuelas abren, ni puede considerarse como un logro hacer que los niños deban asistir a las aulas desde febrero, como ocurrió este año.
Si existió una falencia real, o el año lectivo fue insuficiente para desarrollar los programas previstos, creer que algo se soluciona agregando un día más de clase es iluso. Una medida irrelevante y sin sentido, que más se asemeja a una reacción caprichosa que a una respuesta seria.
También se podría obligar a los niños a ir a clase en enero y febrero, pero estos cambios en sí mismos no ayudan en absoluto a elevar la formación de los alumnos. Sólo sirven para engordar la cifra que a esta altura se persigue como un trofeo, sin que se comprenda que es una cuestión secundaria.

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