Un estudio sobre “Riesgo suicida en jóvenes escolares”, avalado por la Universidad Nacional de Córdoba, determinó que en Catamarca el grupo de riesgo por suicidios abarca a jóvenes comprendidos entre los 12 y 17 años con una grave problemática social y familiar.
El trabajo, con respaldo científico, fue desarrollado a manera de tesis, por la doctora Graciela Maturano, quien es jefa de la División de Auditoría Médica de OSEP, y revela un panorama serio, por la precocidad de las inclinaciones suicidas detectadas en chicos que transitan una etapa de la vida donde todo debería ser planificación, entusiasmo e ilusión.
Los factores que inciden para alimentar esta realidad son, entre otros, un alto índice del nivel de desesperanza, con un elevado nivel de incapacidad de apartamiento de la situación; para adolescentes que se sienten incapaces de resolver las situaciones que los agobian.
En el grupo de riesgo se incluyen varones y mujeres por igual, contagiados por un medio que no les ofrece demasiadas opciones, y los sumerge en una sensación de desesperanza.
Informes de este tipo, aún con sus duras conclusiones, pueden ser positivos si conducen a la acción inmediata para revertir el panorama. Es la clase de noticias que nadie desea oir, pero a la vez es la herramienta fundamental para combatir este flagelo.
Ante cada suicidio consumado, se lamenta lo ocurrido como una fatalidad impredecible. Sin embargo, los relevamientos psicológicos descubren signos, señales y advertencias significativas para saber dónde y cómo responder.
Es imposible encontrar una solución cuando no se conoce la naturaleza del problema, de modo que sacar a la luz el entramado más oscuro de la crisis social, es un paso doloroso pero fundamental para reaccionar y asistir a quienes más lo necesitan.