Editorial

Con poder o sin poder

viernes, 29 de octubre de 2010 00:00
viernes, 29 de octubre de 2010 00:00

El excluyente predominio de la noticia del deceso de Néstor Kirchner en los últimos días, generó toda clase de opiniones y comentarios, que abarcaron desde la especulación política hasta el reflejo de los sentimientos populares, pasando por las aseveraciones más descabelladas.
En este último plano sobresale una curiosa asociación de ideas, que terminó por vincular los problemas cardiovasculares como un signo del desgaste que produce el ejercicio del poder, a partir del recuerdo de que, antes de Néstor Kirchner, Fernando De la Rúa y Carlos Menem habían enfrentado similares inconvenientes de salud.
La realidad es que el drama que puso fin a la vida del ex Presidente poco tiene que ver con su protagonismo en la vida nacional. Y el hecho de que también lo hayan padecido otros dos mandatarios es irrelevante, porque el mismo problema enfrentan millones de personas que viven en el más completo anonimato.
Informes recientes señalan que cada día, 109 infartos se producen en la Argentina: son casi 5 infartos por hora. Es una de las principales causas por las cuales la mitad de los afectados muere en los primeros meses.
De los 40.000 infartos que se producen en la Argentina, sólo 12.000 reciben un tratamiento rápido y adecuado. Y mientras tanto, otros millones siguen viviendo sin cuidar su alimentación, fumando, sin controles médicos adecuados y con costumbres sedentarias.
Con poder y sin poder, el corazón exige los mismos cuidados y la misma atención. El razonamiento que vincula las complicaciones cardiovasculares con el poder parte de una premisa falsa.
Algo similar ocurre cuando un artista famoso pierde la vida en las rutas argentinas, y se asocia la profesión de cantante con las tragedias automovilísticas: cada año mueren cerca de 10.000 argentinos en accidentes de tránsito. Que dos o tres sean músicos reconocidos no habla del signo trágico de la profesión, como suele señalarse. El problema es la inseguridad de las rutas.
Aquí se comete el mismo error: el mensaje no es que el poder conlleva riesgos, sino que debe tomarse conciencia de la importancia de realizarse controles cardiológicos y cuidar la salud. Con poder o sin poder.

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