Servicio caro y desastroso
Durante los últimos dÃas, la prestación del servicio de transporte aéreo en el paÃs fue caótica, por una combinación de factores que van desde la realización de refacciones en la pista del Aeroparque “Jorge Newbery†de la Capital Federal hasta internas gremiales y conflictos empresariales. Con el aeroparque fuera de servicio, todos los vuelos internacionales y de cabotaje confluyen en el Aeropuerto de Ezeiza, y aunque las distancias y los costos de traslado se incrementen automáticamente, esta incomodidad es anecdótica ante los problemas que surgen, consistentes en la imprevista y contÃnua suspensión de vuelos.
Es frecuente que miles de pasajeros queden varados durante horas, y aún de un dÃa para el otro, sin que nadie les ofrezca una explicación coherente.
El desorden es tan grande que las esperas ni siquiera se observan, como es clásico, en la zona de embarque. Hubo pasajeros de varios vuelos que despacharon su equipaje, subieron al avión, y varias horas después fueron obligados a bajar porque el vuelo se anulaba. Y a esa maratónica espera, debieron sumar hasta seis horas más para recuperar su equipaje. Insólitamente, hubo pasajeros que, en el mismo aeropuerto, optaron por dividirse en grupos y contratar ómnibus para llegar a sus destinos en diferentes puntos del paÃs. En resumen, una completa vergüenza.
Pero un último detalle agrava este panorama, y es que la empresa en conflicto se alimenta directamente del Estado, esto es, del bolsillo de los mismos contribuyentes. Los pasajeros sometidos a estos atropellos y quienes nunca viajaron en avión, todos nosotros, pagamos con nuestro dinero el negocio de los vuelos comerciales de la lÃnea estatal.
El cuadro demuestra que el desprecio por el usuario no distingue clases sociales, razas, credo ni color en Argentina, y que también los servicios más caros son pésimos, con los perjuicios que ello ocasiona a cualquier aspiración de desarrollo turÃstico o de concreción de negocios.