El cumpleaños más festejado

jueves, 23 de diciembre de 2010 00:00
jueves, 23 de diciembre de 2010 00:00

El impacto que produjo lo sucedido aquella Noche fue tan grande que nunca más ha podido ser olvidado. Más de dos mil años después todavía es recordado y celebrado, de una u otra forma, en todo el mundo. Es la Nochebuena. Ha sido secularizada por el Papá Noel, y ha entrado en el mercado con los regalos de Santa Claus. Pero aún así nadie ha conseguido destruir el espíritu de la Navidad.
Porque aquella Noche irrumpió una claridad inmensa. La vaquita que mugía y el asno que rebuznaba se quedaron inmóviles. Afuera, las hojas que arrastraba el viento, se paralizaron. El pastor que había levantado su bastón hacia lo alto, quedó como petrificado. Un profundo silencio y una paz serenísima se apoderaron de toda la naturaleza. Fue en ese exacto momento en que vino a este mundo el Niño Dios. Inmediatamente después, se oyeron voces del cielo, captadas por los que estaban atentos: «¡Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a todas las personas de buena voluntad!».
El rostro de Dios que descubrimos en Navidad, más que el de Creador o de Juez Severo, es de inocencia y ternura. Esa forma de aproximarse al hombre, posibilita de un modo especial que nos dejemos llenar de su amor. También la Encarnación invita a pensar que el ser humano, por malo que sea, debe esconder un valor muy grande, para que Dios haya querido ser uno de ellos. ¡Cómo no festejarlo!
La Mesa principal de esta noche para celebrar este acontecimiento que marcó un antes y un después en la historia, es la de la Eucaristía en la que el mismo Niño se ofrece hecho Pan. Y como de esta Mesa nadie queda excluido, de la mesa del pan material, del pan de la alegría, del pan de la justicia, tampoco podemos excluir a nadie. La Vida hecha Pan fue entregada para ser partida y compartida, especialmente con los que menos tienen. Cada día.

Comentarios

Otras Noticias