Una mala combinación
Para el próximo domingo se anunció la realización de una fiesta infantil frente al domicilio particular del Gobernador Eduardo Brizuela del Moral.
Según explican los organizadores, la intención es agasajar a pequeños de distintos barrios y asentamientos con una chocolatada, y al mismo tiempo reclamar por la reapertura de comedores y merenderos, que cerraron sus puertas por falta de financiamiento oficial.
Se ideó así, en coincidencia con el Mes del Niño, una singular fiesta-protesta, que no parece la mejor manera de celebrar... ni de reclamar.
En primer lugar, los reclamos que puedan surgir hacia la gestión de un funcionario público, sea el Gobernador o cualquier otro, deben plantearse en sus lugares de trabajo y no en sus hogares; porque a pedidos informales, respuestas informales.
Por otra parte, si una estructura de asistencia esencial como los comedores y merenderos padece la falta de financiamiento y apoyo, es totalmente legítimo pedir que se revise la situación; como es también legítima la iniciativa de brindar un agasajo popular a los chicos.
Se trata, en definitiva, de dos cuestiones respetables, que bien pueden acompañarse y apoyarse, pero que mezcladas resultan una mala combinación.
Porque aunque el espíritu de la convocatoria haya sido justo, surge la desagradable sensación de que se está utilizando a los chicos. Y frente a esa posibilidad cualquier otra motivación queda relegada a un segundo plano.