El mundo entero se conmovió con la historia de los mineros chilenos, quienes dieron señales de estar sanos y salvos después de permanecer 17 días incomunicados, sepultados a 700 metros de profundidad en un yacimiento del norte del país hermano.
Por determinadas características, fundamentalmente la desesperación de los familiares y la presunción de que ya todos habían muerto, el caso recordó el denominado Milagro de Los Andes.
Aquella impresionante historia, ocurrida en 1972, fue protagonizada por un grupo de jóvenes uruguayos, que lograron sobrevivir más de dos meses perdidos en la Cordillera, luego de que se estrellara el avión que los llevaba a Chile para jugar un partido de rugby. Aquel grupo, a diferecia de los mineros, sufrió muchas bajas, tanto por el accidente aéreo como por posteriores avalanchas, pero al cabo hubo 16 muchachos que retornaron a sus hogares.
Los mineros, aún cuando son asistidos, deberán esperar todavía mucho tiempo para ser rescatados del refugio.
Unos y otros, se vieron fatalmente obligados a atravesar situaciones extremas, donde el sufrimiento y la muerte acechan con la consistencia de una certeza, y sin embargo resistieron y salieron adelante.
Las historias de sobrevivientes siempre emocionan y generan admiración, por el valor de quienes son maltratados por el destino y no se rinden. Dejan estos episodios, como tantos otros, un ejemplo de vida invaluable, que no es otro que el de aprender a dimensionar nuestros problemas cotidianos, y saber que por muy oscuras que se presenten ciertas situaciones, siempre hay una posibilidad de superarlas. Porque los milagros existen.