Editorial

Democracia interna

En el último tiempo, las internas perdieron su valor de paso esencial en el proceso de renovación de autoridades.
jueves, 26 de agosto de 2010 00:00
jueves, 26 de agosto de 2010 00:00

La definición de los candidatos de las diferentes fuerzas políticas, rumbo a las elecciones del año próximo, es materia de especulación, reuniones y mesas de discusión, donde poco y nada se tiene en cuenta la voz del afiliado.
La mayoría de los dirigentes que aspiran a ocupar un lugar preponderante en las listas, observan la posibilidad de dirimir espacios en una elección primaria como una etapa prescindible, cuyo recorrido depende de cuánto los pueda perjudicar o favorecer.
La competencia abierta y llana de los precandidatos, puestos a consideración del electorado partidario para resolver la pulseada, es una opción que muy pocos aceptan como natural, y que casi nadie contempla como atractiva.
La preferencia por los consensos, los acuerdos y las negociaciones, se fundamenta con distintos argumentos, unos bastante razonables y otros no tanto; que van desde la incidencia del control de aparatos hasta la desactualización de los padrones, pasando por las dudas de legitimar una consulta promovida por conducciones cuya solidez se cuestiona.
En cada caso, podrá analizarse la situación coyuntural, pero lo concreto es que en la Catamarca de las últimas décadas, las internas perdieron su valor de paso esencial en el proceso de renovación de autoridades.
Parece entonces contradictorio que los mismos dirigentes que se declaran acérrimos defensores de la democracia, no comiencen por aplicar el sistema puertas adentro, en lugar de promover vías menos claras y transparentes, como lo son siempre los acuerdos de cúpulas.

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