Editorial

Vocación de enseñar

viernes, 10 de septiembre de 2010 00:00
viernes, 10 de septiembre de 2010 00:00

De un tiempo a esta parte, sólo se habla de educación para referirse a los problemas de la educación. La calidad de la enseñanza, las demandas salariales, la superpoblación áulica, la deserción escolar, la violencia en los establecimientos, las falencias edilicias, los conflictos gremiales, los cambios curriculares, las de-sactualizaciones y las modificaciones del sistema son las cuestiones que, por urgentes, novedosas o preocupantes, acaparan la atención general.
Los inconvenientes cotidianos y coyunturales, llevan en ocasiones a distorsionar la labor docente como eje de esa serie de conflictos, que siempre trascienden por encima del esfuerzo de los maestros y maestras que aman su tarea.
En este día en que se rinde homenaje a Domingo Faustino Sarmiento, el prócer sanjuanino que impulsó la educación pública en Argentina, la ocasión invita a reivindicar y agradecer a los docentes, a los buenos docentes, esos que encaran cada día con el mayor compromiso y asumen la formación de sus alumnos como una misión esencial en sus vidas.
Porque así como existen quienes descansan en licencias eternas, coleccionan certificados para sumar puntos en cursos a los que ni asisten o trepan cargos con el sueldo como único objetivo; la mayoría tiene una real vocación de enseñar, y resigna hasta tiempo con su familia para ofrecer sus conocimientos a niños y adolescentes.
El valor de la tarea del maestro merecerá siempre el reconocimiento social. Y nadie lo sabe mejor que el buen docente, aquel cuyo recuerdo acompaña al alumno durante toda la vida, como ejemplo de generosidad, afecto y comprensión, en la decisiva etapa en que se forma una persona.

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