La iniciativa presidencial de sumar más feriados al calendario laboral del año próximo, fue recibida con diferentes posturas. Hubo quienes se alegraron por la incorporación de nuevos días de descanso y quienes se quejaron porque consideran, para decirlo sin eufemismos, que se fomenta la vagancia.
Argumentan los opositores a la medida que ya existen suficientes feriados y que la promoción del turismo interno no es una motivación válida para justificar las modificaciones, que emparentan más con una actitud demagógica que productiva.
Similares reacciones genera a nivel provincial la incorporación de cada nuevo feriado, como cuando se sumó un día no laborable en junio en homenaje a Felipe Varela.
En realidad, detrás de las quejas hay una cuestión de fondo, que pasa por la desvalorización del empleo público, cuya imagen es siempre relacionada con la baja exigencia, la comodidad y la improductividad.
La incuestionable superpoblación de empleados en la Administración Pública, tanto a nivel nacional como provincial, es la raíz de los cuestionamientos, y oportunamente se podrá analizar en profundidad este tema.
El hecho es que los 15 feriados que habrá el año que viene, si el proyecto de ordenamiento prospera en el Congreso, no agravarán ni empeorarán el panorama. Porque la clave del problema no son los feriados, sino cuánto se trabaja en los días laborables.