La clausura de la Hostería “Polo Giménez” en la emblemática Cuesta de El Portezuelo, la disputa generada por la concesión del lugar y la polémica surgida en torno al departamento en que se emplaza el predio, dan forma a un episodio de ribetes insólitos.
Funcionarios de distintas jurisdicciones y niveles aparecieron con declaraciones públicas para afirmar sucesivamente que la hostería se encuentra en Ancasti, El Alto y Valle Viejo, contradictorias afirmaciones que unos y otros, según afirman, pueden respaldar en documentación irrefutable.
Se trata de un suceso con pocos precedentes, si es que los tiene, ya que plantea una suerte de conflicto limítrofe por el control de una obra pública realizada por el mismo gobierno al que pertenecen todos los protagonistas de la pelea.
Naturalmente, viejas disidencias vinculadas con la interna partidaria se dejan ver como el sustento real del enfrentamiento, en el cual la joven hostería y su explotación son apenas el trofeo de guerra.
Inspecciones, clausuras, retiro de fajas, presencia policial y amenazas de denuncia agravan en ese contexto un escándalo innecesario, del que difícilmente alguien logre salir beneficiado.
Pueden comprenderse las razones del conflicto, las visibles y las invisibles, pero del mismo modo se hace evidente que no se eligió la forma, el momento ni el lugar indicado para dirimir la cuestión.
Si enfrentamientos de este tenor no pueden evitarse, al menos convendría que se desarrollaran con un poco más de nivel.