Editorial

Indicador social

Porque miles de nuestros niños no van a la escuela a estudiar, sino a encontrar un plato de comida.
jueves, 23 de septiembre de 2010 00:00
jueves, 23 de septiembre de 2010 00:00

En diferentes puntos del territorio provincial, se observan conflictos comunitarios vinculados con los establecimientos educativos.
Protestas, manifestaciones y cortes de ruta motivados por acontecimientos de la vida escolar, que generan el descontento de los padres de los alumnos y dan lugar a los reclamos, casi siempre dirigidos a los directivos de las instituciones o a las autoridades del área a nivel provincial.
Hasta aquí, podría analizarse la situación como distintas expresiones de la cuestión educativa, simplificación que generalmente se realiza de modo automático, toda vez que en cada caso se nombra una escuela.
Pero cuando se profundiza un poco sobre la naturaleza real de los conflictos, se observa que son muy pocos lo que están relacionados específicamente con la educación.
Los padres que se quejan no lo hacen, en la mayoría de los casos, por disconformidad con las técnicas pedagógicas o por disentir con determinados contenidos curriculares. Las quejas son más elementales: la comida que les dan a los niños no es de buena calidad, la intoxicación de los alumnos ocurrió porque les ofrecieron alimentos en mal estado, etc.
Se trata de un indicador social irrefutable, que hace tambalear cualquier discurso optimista sobre el progreso catamarqueño.
Porque miles de nuestros niños no van a la escuela a estudiar, sino a encontrar un plato de comida.
Una realidad triste que no puede definirse como “conflicto del área educativa”, porque ciertamente es bastante más grave.

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