Se cumplen hoy 20 años de la desaparición física de Juan Oscar Ponferrada, un catamarqueño que dejó una huella en el ámbito de la cultura, no sólo de la provincia sino de todo el país.
Nacido el 11 de mayo de 1907, el mismo día del natalicio de Fray Mamerto Esquiú, Ponferrada creció en una familia numerosa. Fue el noveno de diez hermanos, y pasó su infancia en las calles catamarqueñas de comienzos del siglo pasado, según la leyenda, improvisando actuaciones en las calles del barrio.
En su juventud se trasladó a Buenos Aires, y pese a ser docente de profesión, se dedicó principalmente al periodismo y a la crítica de arte para diarios y revistas.
Más adelante, ya enfocado en la enseñanza, dio cátedra en la Escuela Nacional de Bellas Artes, entre otros establecimientos formativos.
Fue también funcionario público, siempre vinculado con las expresiones artísticas, y desempeñó roles protagónicos como director del Instituto Nacional de Estudios de Teatro, secretario general de Argentores y creador del Seminario Dramático.
Pero sin desmerecer su labor como docente o dirigente, sin dudas que el legado más importante de Ponferrada fue su obra literaria, una producción prolífica que perdura en los acervos nacionales.
“Flor Mitológica”, “El carnaval del diablo” , “Los incomunicados”, “Un gran nido verde”, “Los pastores”, son algunos de los títulos que dejó Ponferrada, uno de los artistas más importantes de la provincia, que merece ser recordado como lo que fue, uno de los pilares del prestigio de las letras catamarqueñas.