Editorial

El Canal de la Muerte

Se convierte en urgente buscar una solución para que no vuelvan a ocurrir más tragedias en este canal.
domingo, 5 de septiembre de 2010 00:00
domingo, 5 de septiembre de 2010 00:00

El nombre de Nicolás Maicon Chávez, un chiquito de apenas 5 años, se sumó ayer a la interminable nómina de niños que perdieron su vida en el denominado Canal de la Muerte.
No quedan adjetivos para calificar esta situación, incomprensible para la comunidad catamarqueña, que desde hace décadas reclama una solución definitiva para esta trampa mortal, y sin embargo pasan los años, los gobiernos, los presupuestos, y nadie se digna a poner punto final al problema.
Hubo ruegos, protestas, piquetes y toda clase de pedidos, formales e informales, para que se anule el severo riesgo que implica el canal, hechos que se renuevan periódicamente; para ser más precisos, cada vez que una criatura cae y pierde la vida.
Es cierto que en varios sectores se avanzó y se taparon largos tramos, como también es cierto que muchas veces los propios vecinos generan problemas al arrojar bolsas de residuos y basura que obstruye el paso del agua y obliga a constantes trabajos de limpieza. Pero todos estos factores son secundarios ante la contundente realidad de decenas de niños que fallecieron por la misma razón.
No puede admitirse una muerte más. No puede contentarse ningún funcionario con presentar estudios, proyectos o evaluaciones de costos, con promesas de obras a largo plazo.
Es urgente, no disminuir, sino eliminar el peligro de que una criatura se ahogue a lo largo de todo el recorrido del canal, de una vez y para siempre.
Si no se actúa, la responsabilidad por omisión hará imposible que estas tragedias sigan considerándose “accidentes”.

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