EDITORIAL

Terrorismo

miércoles, 26 de enero de 2011 00:00
miércoles, 26 de enero de 2011 00:00

El atentado perpetrado en el Aeropuerto de Moscú, que dejó un saldo parcial de 35 víctimas fatales, no es más que la ratificación del fracaso de la llamada “guerra al terrorismo”, declarada una década atrás por Estados Unidos como líder.
El día después del 11 de septiembre de 2001, se dibujó una coalición internacional que supuestamente se dedicaría a desarticular las organizaciones terroristas, apuntando no sólo al poder de fuego de los grupos clandestinos, sino a su financiamiento.
Se mencionaban entonces, además de Al Qaeda y la ETA, hasta los guerrilleros centroamericanos, mucho menos poderosos, para crear la ilusión de que se exterminaría toda posibilidad de acción terrorista como método.
Naturalmente, la cruzada no tuvo ningún efecto. Al contrario, motivó nuevos y más fuertes ataques, como los que padecieron Madrid y Londres por su expreso respaldo a la política internacional de George W. Bush.
Las razones de la ausencia de resultados positivos, pueden buscarse seguramente en el génesis de la lucha antiterrorista, que -tal como se sospechó desde un primer momento- nunca fue tal.
La invasión norteamericana a Irak, con la excusa de retirar armas de destrucción masiva que nunca aparecieron y desterrar a un líder alimentado durante años por el propio Estados Unidos, tuvo como fin real la dominación y explotación de las reservas petroleras.
Diez años después, la violencia como método goza de buena salud, gracias a la conducta de los terroristas confesos, y de quienes operan del mismo modo con el pretexto de combatirlos.

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