EDITORIAL

Postergados

martes, 1 de febrero de 2011 00:00
martes, 1 de febrero de 2011 00:00

El temporal que azotó a distintas localidades del departamento Los Altos, cuyas consecuencias no pueden medirse porque hasta ayer continuaban las lluvias, derivó en un panorama desolador, cuya descripción oscila entre “emergencia” y “desastre”.
Son decenas las familias que padecen las consecuencias del fenómeno climático, y si bien se trata de un hecho de la naturaleza, permite también comprobar las condiciones de pobreza extrema que afectan a gran parte del departamento.
Paradójicamente, la tierra que se metió en el mapa por las rentas millonarias que generaba con sus cosechas de soja, poco y nada evolucionó en el nivel de vida de su población.
Porque un temporal no distingue entre ricos y pobres, pero a la hora de medir la fuerza con que castiga y de evaluar el poder de recuperación, la brecha entre quienes disponen de mayores y menores recursos económicos se torna inconfundible.
Los Altos es una de las regiones catamarqueñas con mayor índice de pobreza, de indigencia, con mayor cantidad de discapacitados en proporción con el número de habitantes, y con un amplio margen de la población que no puede cubrir sus necesidades básicas.
A esa realidad se le suman ahora los campos inundados, los postes del tendido eléctrico caídos y quien sabe cuántos días sin servicios tan esenciales como el suministro de agua potable.
Los Altos, a partir de las lluvias, desnudó la deuda interna que mantenemos los catamarqueños, con aquellos cuya aspiración sigue siendo tener las mismas oportunidades que el resto.

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