El último fin de semana largo del año volvió a servir como apuntalador del turismo a nivel nacional. Según datos de las cámaras del sector y del Gobierno, durante las “minivacaciones” por el Día de la Soberanía se movieron alrededor de un millón de personas, que gastaron a razón de 290 pesos diarios. La suma directa da cuenta de la importante inyección de fondos, de aproximadamente novecientos millones de pesos, que impactó en las economías regionales. Entre los destinos más elegidos, además de los tradicionales Cataratas, Mendoza o la Costa Atlántica, figuró el Norte, que en los últimos años se fue consolidando como punto de atracción para los viajeros, especialmente los porteños.
Catamarca se benefició en parte de esa movida, aunque sigue teniendo mayormente un turismo “de paso”, es decir, visitantes que llegan a San Fernando del Valle, se quedan una noche -en el mejor de los casos- y siguen viaje a Salta o Tucumán. Mejor suerte tienen algunos lugares del interior, como Fiambalá, que con sus termas y vinos sigue llenando los hoteles y alojamientos.
Este año, sin embargo, se pudo ver en la capital provincial más visitantes fuera de los meses “fuertes”, recorriendo el centro o lugares emblemáticos, como la Gruta. Hasta no hace mucho, la actividad turística local se concentraba fundamentalmente en la Fiesta del Poncho o las festividades marianas. Pero la situación parece haber cambiado.
Es por eso que es necesario, más que nunca, fortalecer el turismo local a través de acciones sostenidas del sector público y privado, para que Catamarca logre mejores posiciones en el mapa argentino. Todo sirve: desde la “lavada de cara” que se está haciendo al casco histórico de SFVC -tarea que inició la comuna-, pasando por la mejora de los accesos, paquetes promocionales y nueva infraestructura hotelera. La “industria sin chimeneas” debe ser, como sucede en otros lugares del país, motor económico y de creación de empleo genuino, en una provincia que precisa imperiosamente alternativas laborales a la Administración.