Desde la bancada periodística

“Radicales, a los hechos”

viernes, 14 de diciembre de 2012 00:00
viernes, 14 de diciembre de 2012 00:00

Hoy confluirán en la Capital los convencionales de la UCR. Provienen de distintos rincones de la provincia y seguramente lo hacen con el ánimo de llevarse precisiones a sus lugares de origen sobre el futuro del Partido que les toca representar.
Saben que será la última reunión del año, pero también saben que no ha sido convocada para un brindis de circunstancia. A menos de noventa días de las elecciones provinciales que, de no mediar algún cambio abrupto de planes, anunciará hacia fin de año la gobernadora, no existe margen para dilatar cuestiones que deben definirse ya. Ahora mismo.
Las declaraciones recientes del presidente del Comité Provincial, Amado David Quintar, en el sentido de que el radicalismo está preparado para enfrentar comicios “en marzo o en octubre”, no dejan de ser una expresión política. Lo mismo que otra salida suya que resulta muy risueña. Ha dicho el intendente fiambalense: “El gobierno debe asumir con responsabilidad la convocatoria para darle tiempo suficiente a los partidos para ver si convocamos o no a elecciones internas para elegir candidatos” (sic).
Quintar sabe que se trata de un chiste. ¿Cómo va a estar preocupado por internas para elegir candidatos el partido que, sistemáticamente, niega la participación de los afiliados desde el 11 de mayo de 1987?
No tiene nada que ver la fecha de elecciones con las internas que, públicamente, el exgobernador Brizuela del Moral y el senador Castillo se niegan a programar. Para ellos es mucho más fácil y menos traumático repartirse los cargos entre los amigos, los amigos de los amigos o los familiares antes de someterse a riesgosos mecanismos democráticos.
Quintar, en este sentido, responde a sus mandantes. Dice que no se pueden hacer internas cuando ya no existen posibilidades legales de hacerlas. Es como pretender hacer un gol cuando el partido ha terminado.

Otros problemas
Aunque no haya fecha de elecciones, solo indicios, los correligionarios saben que hay que tomar definiciones urgentes en varios temas.
Una vez que se apague algún tibio reclamo de internas, la Convención tiene que abocarse a establecer los mecanismos de nominación de los candidatos, la conformación de la alianza Frente Cívico y el manejo de los recursos económicos en los diferentes departamentos, especialmente aquellos donde se elige senador (Capayán, Santa María, Ancasti, Paclín, La Paz, Antofagasta de la Sierra, Tinogasta y El Alto).
El tema de la alianza, que para algunos es un mero detalle, no será fácil de superar. Es que no hay demasiado para ofrecer a los eventuales socios de la hora actual. Quienes componían el conjunto electoral del año 2011, por otra parte, o están desperdigados o no están más.
Por lo que pudo saberse, potenciales integrantes del nuevo Frente Cívico anticiparon que exigirán candidaturas para avanzar en las negociaciones. Por ejemplo, Movilización pediría compensaciones por haber sido el primer socio de la UCR (juntos consiguieron batir al saadismo en los comicios de medio término de 1985) y también algunos de los llamados “peronistas disidentes” no se conformarían con alguna integración meramente formal.
También en este punto pueden surgir rispideces por el acuerdo que habrá que formalizar con Mauricio Macri, quien estuvo el mes pasado en la provincia y no vino precisamente a pasear.

La vieja interna
Antes o después del análisis de las alianzas, se tratará la cuestión crucial de las candidaturas.
El senador Castillo, además de oponerse a cualquier iniciativa de internas, supo decir que no habrá más “mesa chica” para nominar los candidatos. Lo que no dijo es cómo se va a reemplazar un mecanismo que, de por sí, era totalmente cuestionado.
No sabemos si en esta Convención o en alguna otra que, de confirmarse las elecciones en el mes de marzo, podría convocarse en enero, surgirá una disputa, bien disimulada, que siempre está latente. Es que la sostienen de antaño Oscar Castillo y Eduardo Brizuela del Moral.
Que, de cuando en cuando, posen ambos para la foto; que por allí hagan una gestión política juntos o participen de un asado para negociar con Mauricio Macri, no significa que haya amor sincero entre los exgobernadores.
Nunca dejaron de mirarse de reojo. Lo hacen desde los tiempos en que Brizuela del Moral era intendente y pretendía suceder a Arnoldo, para lo cual reclamaba a gritos las internas que ahora no quiere dar a quienes las piden.
Aquella sucesión, Oscar se la ganó de facto y únicamente le cedió la candidatura a gobernador, en 2003, cuando se sabía perdedor. A partir de ese momento establecieron un “matrimonio por conveniencia”, a los efectos de repartirse el poder, los cargos y las prebendas.
En 2011, una vez consumada la derrota, desde los comandos castillistas y brizuelistas se entrecruzaron bombazos de muerte. Los primeros acusaron a Brizuela del Moral de destruir el Frente Cívico y haber perdido el poder que, por su idea de eternizarse en el cargo (recordemos que buscaba un tercer mandato, algo que nadie pudo conseguir), era de todos.
Desde la arena brizuelista se inculpó a Castillo de no haber movido un dedo por el triunfo y hasta de haber colaborado con el Frente para la Victoria al declarar, dos días antes de la elección, “la gente quiere un cambio”.

Cero autocrítica
Una vez consumada la derrota, desde todos los sectores del radicalismo se reclamó autocrítica. Se hicieron reuniones y programaron convenciones -no menos de cuatro- pero nunca nadie dijo se perdió por esto o por aquello. Por el contrario, algunos audaces llegaron a expresar que el resultado de la elección fue un empate técnico.
Lo que pretendió ser una autocrítica surgió, meses después, de los labios de quien todavía era senadora de la Capital y presidente del comité provincial, Martha Grimaux de Blanco. Fue cuando, después de una reunión informal, señaló que en realidad “todos tenían la culpa”. Ya sabemos de qué se trata esto: cuando todos tienen la culpa, nadie es culpable. Fue una salida poco elegante de la exsenadora que no se la creyó ni su familia.
Así las cosas, sin internas y sin autocrítica, el “matrimonio por conveniencia” que se había formalizado en 2003 se convirtió en 2012 en “matrimonio por necesidad”. Por supuesto, en ambas bodas, no hubo invitados ni de dentro ni de fuera del Partido.
Los contrayentes, como siempre, cerraron el acuerdo entre cuatro paredes. Convinieron reformar la Carta Orgánica para impedir cualquier iniciativa de internas partidarias; acordaron con el poder económico nacional y con cierto sector de la prensa local y hasta aquí han llegado. Ahora viene el turno de repartirse las candidaturas, tarea que puede reavivar antiguos encontronazos.

Reelecciones al por mayor
Además de la refundación del Frente Cívico -en la actualidad solamente existe el nombre de esa alianza-, la UCR tiene dos grandes problemas.
El primero es que, como era de esperar, los lugares expectables son escasos y los candidatos a ocuparlos demasiados. El segundo es que la vieja dirigencia, de la que forman parte Castillo y Brizuela del Moral, no quiere soltarse de las ubres del Estado y, aunque no lo diga, propone un masivo plan de reelecciones que puede llegar al escándalo.
En la Cámara de Senadores, por caso, el radicalismo tiene que renovar seis bancas y en cinco de ellas hay voces reeleccionistas para el asombro. Senadores como Ricardo Boggio (Ancasti), Jorge “Yayo” Agüero (Paclín), Miguel Ángel Arévalo (El Alto), Víctor Luna (La Paz) y Luis Eduardo Rodríguez (Antofagasta), que llevan años y numerosos mandatos sobre sus espaldas, no piensan retroceder. Serán ellos o los que ellos designen, o sea algún hijo, hermano, cuñado o amigazo.
En la Cámara de Diputados, se calcula que los puestos para asegurarse una banca no pasan de ocho o nueve. Y se anotan para la reelección María Teresa Colombo, Silvina Acevedo, Rubén Herrera, Ricardo del Pino, Miguel Vázquez Sastre, Silvina Tello, el movilizador Luis Andraca, el santamariano Pablo Sánchez (hoy jefe de bloque) y hasta el disidente José “Chichí” Sosa. A ellos habría que sumarles a los Brizuela del Moral puros, o sea padre e hijo, Marta Grimaux de Blanco, Roberto Luque, Javier Silva, Ricardo Guzmán, Víctor Castillo y Luis Fadel, entre otros.
En esta lista no consignamos las exigencias que pueden llegar del interior, desde donde hay que sustentar bases electorales. Si todos los candidatos son de la Capital o viven en la Capital, la elección puede resultar desastrosa.
Tampoco hacemos cuenta de algún puesto que se pueda reservar para los socios “frentistas” que acuerden, con lo cual el panorama es francamente difícil. Algunas de esas dificultades, durante la Convención, comenzarán a corporizarse hoy mismo.
Parafraseando a Ortega y Gasset cuando le recomendó a los argentinos solucionar sus cuitas, desde esta “Bancada Periodística” de los días sábados, nos remitimos al título de la nota: “Radicales, a las cosas”.
Ya no queda tiempo para frases de circunstancia. Si es como dice el veterano “Coco” Quintar, que “están preparados para marzo u octubre”, no deberían surgir mayores escollos.

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