La columna de hoy

Indignación

sábado, 15 de diciembre de 2012 00:00
sábado, 15 de diciembre de 2012 00:00

Fue la que me causó la Justicia de Tucumán al conocer el fallo en el juicio de Marita Verón. “Pusieron plata”, fue la acusación directa de su madre, Susana Trimarco. “Fue un acto de corrupción y le vamos a hacer juicio político a estos tres sujetos que no merecen llamarse jueces”, dijo su abogado, el doctor José D’Antona. Hay indignación nacional por la absolución de los 13 imputados por el secuestro y la desaparición de Marita. Pero hay algo que ninguna justicia en concubinato con el poder político podrá cambiar. Porque allí en donde esté, tanto en la tierra como en el cielo, Marita Verón se ha convertido en la santa patrona de la lucha contra la trata. Santa María de los Ángeles Verón, su nombre es un ícono del combate social contra la degradación más humillante a la que puede ser sometida una mujer. Porque Marita fue secuestrada, apuñalada, violada, presionada para que consumiera cocaína y tuviese más resistencia a la hora de prostituirse y hasta el día de hoy sigue desaparecida. No se sabe si está muerta o sigue sometida a la esclavitud sexual en algún lugar del país o del mundo.Porque esas redes mafiosas que trafican mujeres tienen relaciones con el poder en varios países y gozan de una impunidad que ofende la condición humana. Susana Trimarco, la madre coraje de Marita, lo sabe porque hace más de diez años que remueve cielo y tierra para encontrar a su hija. Se convirtió en una incansable investigadora, casi en una detective y se infiltró en los piringundines de morondanga o en los prostíbulos de lujo donde los señores poderosos del dinero y la política alquilan mujeres para someterlas una y otra vez contra su voluntad. Así fue como rescató a más de 130 chicas.
Pero a su hija no la pudo encontrar. Susana Trimarco explicó que entre los clientes vip de esos burdeles había jueces, policías y funcionarios. Se refirió a la responsabilidad política de Julio Miranda y Ángel Maza, exgobernadores de Tucumán y La Rioja. Habló de las fiestas del poder como una reedición del salvajismo que mató a otra María, a María Soledad Morales en nuestra provincia. La bandera por la aparición con vida sana y salva de Marita Verón es una fundación que lleva su nombre y es la primera en la Argentina cuyo objetivo es luchar contra la trata de personas.
Fue desgarrador ver a Susana todos los días acompañada por su nieta Micaela. Falta el eslabón de Marita. Ninguna de las dos tiene miedo pese a que se enfrentan cara a cara con pistoleros conocidos. ¿Qué otra cosa más grave pueden sufrir que la pérdida de su hija para Susana y la pérdida de su madre para Micaela? Allí se juzgó a un sistema de complicidades que llevó al infierno a María de los Ángeles. Que convirtió a una joven de apenas 23 años en algo menos que un trapo de piso. Todos los días le daban una paliza feroz. Marita le aconsejó a una de sus compañeras de cautiverio que no se rebelara, “si no te pasa esto”, le dijo mientras se levantaba la blusa para mostrarle una puñalada en la espalda. Así la había atacado su proxeneta, un mal nacido que se siente dueño y señor de las personas. Un explotador, alguien que priva de la libertad a una chica y la encadena de por vida a una cama ajena y repugnante. Imaginemos cuánto dolor sufren esas frágiles mujeres niñas y pobres enterradas en el barro, la mugre, el olor nauseabundo al delito sexual de esa jaula en la que sobreviven. Las obligan a tratar de “mi amor” a los malditos violadores con billetera. Las disfrazan de una gallarda sensualidad de cartón con el pelo teñido y lentes de contacto celestes para cambiar el color de sus ojos. Es claramente una reducción a la servidumbre y a la esclavitud porque utilizan a las chicas como marionetas de sus bajos instintos.
A esas chicas les gustaría gritar, insultarlos de arriba abajo, ser libres. Pero callan y se someten. Porque saben que les espera un territorio de hematomas sobre su espalda. Los latigazos de la miseria que pegan los miserables. La tortura que en muchos casos llega hasta la muerte como precio de sus anhelos de libertad.
Susana es admirable en su lucha y se mostró íntegra frente a ese fallo inhumano y provocador. Ella no dio vueltas a la plaza pero dio vueltas por todo el país. No bajó los brazos jamás y ahora dice que está dispuesta a morir con tal de recuperar a su hija. Por eso es tan grave lo que pasó con este fallo judicial. La señal es brutal sobre todo para las pobres chicas que no se atreven a denunciar lo que les pasa. Se derrumbó ese juicio que podría haber sido histórico. Porque en los secuestradores de Marita Verón se estaba juzgando a todos los mafiosos de esa calaña. A los que se llevaron a tantas Maritas llamadas Sofía Herrera, Florencia Penacchi, Fernanda Aguirre y, me pregunto, ¿también a María Cash? Dicen las estadísticas que esta actividad corrupta genera 32 mil millones de dólares al año. Es el delito que más factura en el mundo después de la venta de armas y de drogas. Ésta es la verdadera dimensión del drama. La atrocidad a cara descubierta. Rufianes, subhumanos capaces de violar analmente a una pequeña con un revolver 38 para que aprendan, según se desprendió de testimonios del propio juicio. Salvajes que sólo merecen juicio y castigo y las condenas correspondientes. Resulta indispensable, aparición con vida de todas las chicas víctimas de este aberrante delito con castigo a los culpables y para ello los poderes de la democracia deben aparecer en su mayor expresión corrigiendo esta barbaridad judicial. La desaparición de Marita es un alarido desgarrador que nos interpela aún más con la impunidad que dictaminó la Justicia tucumana. Hoy siento la mayor indignación hacia la Justicia. Y en memoria de Marita y tantas otras chicas pido desesperadamente que se haga justicia. Que así sea.


Lourdes Rodríguez
 

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