Apuntes del Secretario

sábado, 22 de diciembre de 2012 00:00
sábado, 22 de diciembre de 2012 00:00

El desplazamiento de Francisco Gordillo del Ministerio de Gobierno a la Municipalidad de Pomán, de la cual es titular desde el año 1999, se considera asunto finiquitado en los territorios del oficialismo. Si bien la gobernadora le tiene particular estima y valora que la haya acompañado desde sus arranques como política, también es cierto que el balance de gestión del ministro deja mucho que desear. Sus misiones de articular con la oposición y con la Justicia han orillado el fracaso y preservar la seguridad tampoco ha sido su fuerte. Por si esto no opacara su gestión, la designación del abogado Luciano Rojas y la denuncia irresponsable que le realizara el senador Castillo, por supuestos vínculos con narcotraficantes, terminaron de jugarle en contra en la consideración pública y ello, como bien se sabe, tiene costos políticos. A propósito de Luciano Rojas, anunció a los cuatro vientos su renuncia indeclinable… pero seguiría como supuesto asesor del Servicio Penitenciario.

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En cuanto al reemplazante de Gordillo, se multiplican las versiones. Las principales dan cuenta de que podría desembarcar Guillermo Rosales o Jorge Díaz Martínez, dos hombres de raigambre peronista y amplia experiencia política. De hecho, el primero de ellos estaría asesorando a la gobernadora Corpacci en numerosos temas que han surgido en este ajetreado fin de año. Sin embargo, hay un tercer nombre que no disgustaría a la mandataria. Se trata del actual secretario de Ambiente y expresidente del Partido Justicialista, Daniel Barros, a quien se lo ve permanentemente en los actos a la par de Lucía y, en ocasiones, como ocurrió en una cena desarrollada días pasados en la residencia de Villa Parque Chacabuco, pronuncia los discursos (uno de sus fuertes) en nombre del gobierno. Si bien no hay confirmación y la gobernadora no ha dado ni siquiera indicios, se podría hacer una fórmula con “Daniel Barros ministro y Rosales ministro desde las sombras”. ¿Por qué no? si, al fin y al cabo, los dos son peronistas, amigos y alguna vez trabajaron juntos en temáticas políticas.

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Para bien o para mal, el comprovinciano sindicalista Luis Barrionuevo siempre está en el tapete. Ahora fue acusado, junto con otros opositores al kirchnerismo, de haber organizado el saqueo a los supermercados en distintos puntos del país, pero especialmente en una zona donde el catamarqueño conoce muy bien: el territorio bonaerense. Por supuesto, no se hizo demorar su respuesta. “Siempre consideré que los colaboradores de la presidente eran de cuarta, pero ahora me doy cuenta que son de décima”, señaló el titular del gremio gastronómico, ratificando un pensamiento que repite una y otra vez en contra del gobierno nacional. La inocencia que proclama Barrionuevo, en torno a los hechos de vandalismo que se produjeron en los supermercados, puede ser cierta, pero su pasado y la fama que ha adquirido lo condenan en muchas situaciones políticas de la actualidad. Cuando cayó el gobierno de Fernando de la Rúa, como se recordará, Barrionuevo y Moyano fueron señalados -por el presidente depuesto y por medios periodísticos, entre ellos Clarín- como instigadores de los saqueos, lo que nunca pudo ser comprobado. Si a ello le sumamos la quema de urnas en Catamarca, también exacerbada al máximo por el mismo Grupo Clarín con el que Barrionuevo tiene hoy en excelentes relaciones, se llega a la conclusión que ciertas famas te pueden jugar en contra. En ese sentido, Luis no las tiene todas consigo y sabe que no las tendrá. Mucho más si no hay día que no esté despotricando contra el kirchnerismo y sus aliados.

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El fin de semana pasado se realizó, en el Predio Ferial, la cena anual de la Cámara de Diputados. A diferencia de anteriores, este año fue evidente un malestar que reina entre los trabajadores. De los más de 800 que se cuentan (¿tantos serán?), sólo fueron cerca de 300. La bronca surgió por supuestas fallas en la organización, como que muchos invitados externos a la Cámara recibieron el convite el mismo viernes por la tarde, casi sin tiempo para prepararse y acomodar compromisos. Ni siquiera habría tentado a los trabajadores legislativos el hecho de que, a último momento, ofrecieran las tarjetas gratis, ya que estaba todo pagado y no había reembolso. Durante la noche, al salón medio vacío se le sumó como hecho negativo -pensamos que por obra de la casualidad- que asesores y funcionarios se llevaron premios en efectivo y electrodomésticos. No hubo, según comentan con resignación, ni siquiera un gesto de desprendimiento para los que menos cobran, como podría haber sido la donación. Nada. Los funcionarios de la buena fortuna aplicaron aquella máxima inflexible “lo mío es mío, y lo que ganó en los sorteos también es mío”.

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Hablando de premios. Durante muchos años el Frente Cívico, que hizo de la dádiva una de sus armas electorales, repartió un premio de dinero en efectivo entre los empleados públicos. Si las elecciones eran en marzo, más jugosa era la recompensa. La situación se convirtió en poco menos que un derecho adquirido, cuando no lo es, y de alguna manera ha obligado a las actuales autoridades -más austeras por convicción y necesidad- a repetir una práctica largamente discriminatoria. ¿Por qué premiar a todos los empleados públicos cuando son, en la mayoría de los casos, un perfecto mal ejemplo en el cumplimiento de tareas, asistencia, compromiso y encima disponen de prerrogativas (licencias, asuetos, razones particulares, atención de familiares, fines de semana cortos y largos, etcétera) que jamás podría tener un empleado del sector privado? ¿Y los desocupados, por su condición de tales, no merecerían tal vez un paliativo como el que se les otorga a quienes tienen trabajo seguro y ni siquiera se les controla la producción? ¿O los jubilados, por haber trabajado toda una vida para ganar una miserable remuneración, que es el caso de la mayoría de ellos? Aparte del precedente nefasto que se va consolidando en el tiempo, genera malos ejemplos. Por ejemplo, en la actividad privada, con “sus más y sus menos”, los trabajadores piden lo mismo y, muchos patrones de PYMES o hasta de una empleada doméstica, no tienen posibilidad alguna de dar estos premios de privilegio.

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Durante la entrega de premios “Hacedores”, organizada por el diputado Alfredo Gómez en el Cine Teatro Catamarca, algunos artistas se despacharon contra el gobierno por la falta de presupuesto para la cultura y los criterios que se estarían aplicando desde la Secretaría respectiva. También reclamaron el pago de deudas pendientes desde hace varios meses por actuaciones artísticas, lo cual es absolutamente certero. Ahora bien: los folcloristas deberían saber que la provincia no dispone de los dineros de otros tiempos y que el 80% del presupuesto de Cultura se lo llevan ellos. El 20% restante queda para atender el patrimonio cultural, la antropología, los grupos de teatro, los rockeros, los tangueros, los plásticos, los escritores y todos los que actúan dentro de la cultura que, por cierto, no son sólo ellos. Pero que tienen razón, la tienen: les deben plata y hay que pagarles. Aparte de dosificar sus actuaciones en función del dinero disponible.

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RECUERDOS HACIA EL PRESENTE. Los “Apuntes….” de este domingo se cierran con los recuerdos de hechos ocurridos hace 25 años atrás. He aquí alguno de ellos. El 22 de diciembre del ‘87, el senador Ramón Saadi, que hacía pocos días había dejado la gobernación de Catamarca, pasa a conformar en el Congreso de la Nación el “Bloque Justicialista” junto a Alberto Rodríguez Saá (San Luis), Arturo Jiménez Montilla (Tucumán), Rogelio Nieves (Formosa) y Julio Amoedo (Catamarca). A partir de allí se convirtió en la cuarta autoridad de la Cámara de Senadores y alcanzó una proyección política que se iba a derrumbar en los años siguientes.

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El doctor José Guido Jalil, que hacía sus primeras armas como intendente de la Capital, suma dos familiares suyos al equipo de funcionarios que lo acompañaba. Son su hijo Fernando Miguel Jalil (hoy diputado provincial) como director de Acción Social, y su sobrino Julio César Voget como Secretario General. Tiempo más adelante, Fernando Jalil se iba a convertir, en calidad de Secretario, en su mano derecha. Al completar su equipo de colaboradores, Guido Jalil anuncia en una conferencia de prensa la presentación del proyecto de Ordenanza para prohibir la instalación, funcionamiento y/o explotación de los denominados juegos electrónicos, electromecánicos o eléctricos en todo el municipio de San Fernando del Valle de Catamarca. Resalta el extinto intendente “de aquí en más no se otorgará permiso alguno para el funcionamiento de estas salas en el ejido municipal”. Lo que no sabía don Guido Jalil es que, tiempo después, iba a llegar un Oscar Castillo para entregarle todo el juego a personajes foráneos que han inundado el territorio con las máquinas electrónicas.
 

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