DESDE LA BANCADA PERIODÍSTICA

El juego de los espejos

sábado, 22 de diciembre de 2012 00:00
sábado, 22 de diciembre de 2012 00:00

El radicalismo de Catamarca sigue inmerso en una profunda crisis, quizá la más importante de su historia. Y pretende taparla, esconderla o disimularla con un viejo adagio nacido en los campos de batalla: “no hay mejor defensa que un buen ataque”.
En lugar de apelar a la autocrítica y, a partir del reconocimiento de gruesos errores que se cometieron en las dos décadas que gobernaron, buscar la refundación partidaria, ha optado por el fuego graneado contra un gobierno que no es precisamente un dechado de virtudes, pero paulatinamente trata de reacomodar lo que recibió y, convengamos, lo que recibió no es obra de la casualidad. Es obra del gobierno cuyos miembros, como si nada hubiera ocurrido, han dispuesto ahora tomar las armas en una ofensiva que comenzó con la denuncia sin pruebas del senador Castillo y siguió con un documento que parece un espejo de sus propios actos.
Hay quienes respaldan esta postura del ataque desmedido y hasta diagnostican que existe un repunte del Partido de oposición. Honestamente no lo apreciamos, pero como corresponde dentro del sistema democrático, nadie es dueño de las verdades absolutas. La recuperación de la que otros hablan o escriben tendrá que medirse en la expresión de los ciudadanos a la hora de votar. Y para eso, conforme lo disponga la gobernadora, no falta mucho. Será ahora mismo, en marzo, o en apenas 10 meses, cuando se vote en todo el territorio nacional.

Ningún mea culpa

Después de una Convención Provincial ordenada, tranquila y arreglada de antemano, el radicalismo emitió el sábado 15 de diciembre un documento en el que reivindicó lo actuado en 20 años de gobierno y calificó al discurso peronista como “una aburrida excusa sobre la herencia recibida”.
Pocos se preocuparon -o no quisieron hacerlo, directamente- en analizar en profundidad este pronunciamiento sobre el primer año de gestión de Lucía Corpacci, en el que los radicales apuntan falencias que, hasta para el lector menos informado, se convierten por sí mismas en boomerang.
De esta manera -sin hacerse cargo de nada, lo repetimos- se refirieron a los servicios públicos, a la seguridad, a la salud, a la educación, a la promoción industrial, al ENRE, a la Comisión de Participación Municipal, al Consejo de la Magistratura, al presupuesto y a la ley electoral.
En realidad se trata de muchos temas, cada uno de los cuales merece una consideración especial. Dichos así al pasar, como si se tratara de una simple enumeración, pueden conseguir algún objetivo político, pero en cuanto se desmenuza cada uno de ellos surge “la herencia recibida” de la que nadie quiere hacerse cargo.
Los exgobernadores Oscar Castillo y Eduardo Brizuela del Moral hacen lecturas de la actualidad como si ellos no tuvieran nada que ver con el pasado y con las condiciones socio-económicas imperantes de la provincia. Por ello les conviene hablar a través de documentos impersonales que los exima de rendir cuentas, cosa que hasta ahora nunca han hecho.

Espejos del pasado

Repasando la sucesión de falencias advertidas por el radicalismo de estas tierras -convengamos que le va mejor que el de otras latitudes- se anota a los servicios públicos y la inseguridad.
¿Cómo era la situación de los servicios públicos a la finalización del 2011 cuando el radicalismo llevaba exactamente 20 años en la tarea de mejorar la energía, la distribución del agua y el gas? ¿Cómo eran aquellos veranos rigurosos o crudos inviernos? ¿Todo funcionaba de maravillas? ¿No había acaso problemas como los que se expresan en el crítico documento del sábado pasado? ¿O los problemas surgieron hace exactamente un año?
La verdad sea dicha. Criticar los servicios públicos por parte de la UCR es como si Augusto Pinochet hiciera un homenaje a las víctimas de la dictadura chilena. Ni más ni menos.
Fue el castillismo el que privatizó el servicio de energía y trajo a Catamarca al señor Sergio Taselli para que, durante 15 años, se burlara de los catamarqueños con la complicidad del gobierno que lo cobijó y la prensa que lo custodió.
Después vino Brizuela del Moral y nada dijo del desastre que recibió. ¿A quién sino al castillismo le iba a echar la culpa de que Catamarca viviera en tinieblas?
El agua potable es problema más grave. También fue privatizada por el castillismo y los concesionarios volvieron a entregar la empresa con el aviso que se requerían inversiones urgentes, ninguna de las cuales se hizo, hasta que Juan Acuña anunció un acueducto en el que se gastaron fortunas y todavía hoy no se puede usar.
Del gas ni hablemos. Para los catamarqueños, en los últimos 10 años, se trata de un espejismo. No se hizo una sola conexión.
El último apunte del documento radical, en relación a los servicios, defiende al ENRE. Justamente el organismo público -creado por el castillismo-que gasta más de 10 millones de pesos mensuales y nadie sabe para qué está.

Delitos y algo más

También los escribas radicales -¿qué podrían decir de ellos plumas notables como las de Pedro Guillermo Villarroel o José Alberto Furque?- aludieron a la inseguridad del 2012, pero no aclararon ¡cuán segura era Catamarca antes del mismo 2012! No lo hicieron porque no había forma de zafar de la autoincriminación. Crímenes por doquier, rebeliones carcelarias con muertos por docenas, suicidios en permanente crecimiento, auge del consumo de drogas y todas las variantes del delito convirtieron a Catamarca en una ciudad peligrosa en lugar de la bucólica que todos añoran.
Las referencias para creaciones radicales como el Consejo de la Magistratura o la Comisión de Participación Municipal tampoco pueden ser objetadas, en su funcionamiento actual, sin beneficio de inventario.
La primera sirvió para formar una Justicia enteramente partidaria, donde junto a profesionales probos abundan los militantes activos de la política, incluso en los más altos niveles de conducción. En la segunda tampoco se dejó de lado la condición partidaria: los jefes comunales peronistas debían aceptar cualquier imposición con tal de sobrevivir a la tiranía de la caja.
De hecho, tanto el Consejo como la Comisión terminan el 2012 con funcionamiento nulo y con escasas posibilidades de sobrevida porque su génesis es partidaria y genera manejos discrecionales.

La frutilla del postre

Si la crítica al funcionamiento de los servicios públicos o a la inseguridad puede llegar a asombrar, ni qué hablar del abordaje del empleo público o la meneada ley de promoción industrial.
Dice el documento post convención: “La promesa de empleo genuino, lejos de encaminarse, contrasta con la ausencia de gestiones para mantener la promoción industrial y con la aceptación resignada de decisiones nacionales que ponen en grave riesgo el trabajo de 7.000 comprovincianos”. Y remata de esta manera: “el empleo está disfrazado con la conformación precaria de cooperativas”.
¿Se pueden deslizar estas cosas después que Brizuela del Moral, en sus últimos días de gestión, firmó más de 5.000 nombramientos en la administración pública para que los termine pagando quien era gobernadora electa? ¿Se puede hablar de empleo genuino cuando en años no se creó ni una mísera fuente de trabajo? ¿Cómo se explica que la provincia, en forma permanente, haya figurado a la cabeza de los índices de desocupación y pobreza a nivel país? ¿Se puede llegar al paroxismo de atacar a las cooperativas cuando éstas eran utilizadas como bolsones de corrupción por parte de punteros políticos de toda laya?
La administración pública desbordada y los pobres utilizando la industria del piquete no son consecuencia de un cambio de gobierno. Responden a prácticas que desvirtuaron el sentido del trabajo e implantaron la cultura de la dádiva en su máxima expresión.
La falta de gestiones por la promoción industrial es otro cargo gratuito. Desde antes que asumiera Lucía Corpacci, el propio radicalismo gobernante sabía que, después de 40 años, no iba a haber más prórrogas y que debían buscarse los mecanismos para reemplazar el beneficio. Por supuesto, no los buscó (cosa que se está haciendo ahora), y encima refiere “falta de gestión”.
Escribir un documento puede ser tarea de dirigentes responsables o irresponsables, de gente seria o poco seria. Nos parece que éste que acabamos de analizar no se condice con la historia del radicalismo, fuente genuina de grandes debates y pronunciamientos históricos. El problema es que se ha incluido la mentira como base para sumar adhesiones. Y ya sabemos cómo es esto. No hay mejor mentira que la que contiene parte de la verdad. Los radicales saben que estamos diciendo, pero por allí les conviene no ensanchar tanto la zanja de forma tal que después puedan volver a saltarla.
Necio sería desconocer que la conducción del Frente para la Victoria-PJ tuvo hasta ahora ritmo de siesta, pero hay que comprender que la herencia que recibieron de los críticos de la hora actual tardará años en influir en la acción de gobierno.

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