En un año se hizo mucho en materia de servicios, aunque ello no alcance a menguar los malestares de la gente, receptora de molestias por cortes de energía y oscilaciones que se producen en verano. Esta situación viene desde que el castillismo cometió el error histórico de entregar el servicio a filibusteros. Fueron años de desinversión hasta que el propio gobierno radical, en 2008, se hizo cargo de la energía y, aparte de proponer un tembladeral jurídico que dura hasta hoy (ojalá la actual EC SAPEM no termine pagando deudas de Taselli), agravó el panorama por expandir la ciudad sin pensar en los servicios. Habrá que esperar, por ello, uno o dos períodos de gobierno para vislumbrar cambios estructurales.

******
El influyente diario El Ancasti, con estos temas, mezcla clamores populares con política. Un día escribe: “Para muchos vecinos, el 2012 puede ser calificado sin temor a equivocaciones como el peor año de los servicios públicos. El discurso de la pesada herencia del FCS tiene un tiempo de vigencia. A esta altura, ya suena más como excusa para ocultar el fracaso de una política errática”. Pero, tres días después, hace otra afirmación que se contradice con la primera. Veamos: “...las redes de luz y agua no soportan más usuarios. Esto es consecuencia de lustros de falta de inversión en infraestructura, durante los cuales la ciudad se expandió en forma galopante. Los servicios no acompañaron siquiera el crecimiento vegetativo…”.

******
La instalación de cuatro generadores nuevos (El Pantanillo, INTA, La Gruta y Tinogasta), la regularización del servicio en barrios donde cientos de familias estaban colgadas, no menos de once obras pequeñas para expandir el servicio, la instalación de energía en el interior y comunidades originarias sintetizan que hubo trabajo, no la dejadez de casi dos décadas. Por lo tanto, y más allá de algunas contradicciones editoriales, no se puede pedir en doce meses lo que no se hizo en veinte años. Hacerlo, sólo puede comprenderse por intereses políticos.