Columna Política

jueves, 27 de diciembre de 2012 00:00
jueves, 27 de diciembre de 2012 00:00

Diversas circunstancias han determinado que este fin de año se torne dramático por la falta de agua. Numerosos barrios de la ciudad y poblaciones del interior sufren una situación de la que siempre se habló, pero no pudo ser solucionada en casi medio siglo, lo cual habla a las claras de irresponsabilidad mayúscula. La falta de lluvias y vertiginosos cambios climatológicos se suman a la falta de energía para hacer funcionar las bombas, con lo cual el cuadro se parece demasiado a los tiempos de la colonia en los que el líquido vital era transportado en forma precaria. La gobernadora, durante la jornada del miércoles, ha pedido las disculpas a la población haciéndose cargo de un presente en el que no tiene mayores responsabilidades.

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La falta de agua es un ataque a derechos humanos básicos. No se puede vivir sin ella. Resulta indispensable para mantener el aseo personal, para cocinar, para combatir la ola de calor, para el funcionamiento del comercio, de los hospitales y de las fábricas. Muchas familias hasta van de un lugar a otro para atender necesidades básicas, lo cual agrava el panorama y exhuma una problemática que, lo repetimos, nunca tuvo soluciones duraderas. El antecedente de lo que se veía venir fue la privatización de Obras Sanitarias Catamarca, en la década del 90. Tiempo después, cual si fuera “un peludo de regalo”, el flamante concesionario devolvió el servicio “con moño y todo”. No lo querían ni aunque el Estado les pagara a ellos.

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Aquella voz de alerta de los noventa no se tuvo en cuenta. Las ciudades, principalmente la Capital, siguieron creciendo y, a la vuelta de tres lustros, el panorama es desolador. Hay cortes de agua que duran días enteros, también zonas que no tenían problemas y hoy los tienen, en tanto los dioses parecen conjurados para no darle agua a los catamarqueños y secar sus diques. La coyuntura, lo repetimos, es dramática. Y las soluciones, por ser estructurales, deberán esperar. Esa es la peor noticia.
 

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