Apuntes del Secretario

sábado, 29 de diciembre de 2012 00:00
sábado, 29 de diciembre de 2012 00:00

Finalmente ha quedado establecida la programación electoral para 2013. La gobernadora, avalada por la gran mayoría de los intendentes, resolvió que los comicios provinciales se realicen, junto con los nacionales, el 27 de octubre. Dos meses antes, en agosto, deben efectivizarse las primarias para los cargos nacionales (en el caso de Catamarca, únicamente diputados), las cuales están establecidas por ley y son de cumplimiento obligatorio. Estas últimas, cabe recordarlo, tuvieron su debut en agosto de 2011 cuando quedaron consagrados como candidatos del FPV-PJ Manuel Isauro Molina y Marcia Ortiz Correa, en tanto Gustavo Roque Jalile fue el postulante opositor tras superar en la interna del Frente Cívico a Renato Gigantino y a Mario Marcolli. También en aquella tenida, aplastando a sus rivales peronistas, se consagró candidata a presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner. La fecha de marzo, anunciada antes que nadie por el portal digital catamarcaesnoticia y el diario El Ancasti, después de quince años de vigencia, fue desechada por la mandataria catamarqueña. Quien sí tuvo la primicia y la supo desplegar a toda página fue el diario La Unión, que cinco días antes del anuncio oficial adelantó que estaba resuelto el pase de los comicios provinciales a octubre. Bien por el diario de calle San Martín. Sobre el tratamiento de esta noticia, El Esquiú.com supo hacer su análisis a fines de septiembre y algo de sus dichos, que coincidieron con la decisión final, los reiteramos en estos “Apuntes” dominicales.

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Bajo el título “¿Serán en marzo? ¿O serán en octubre?”, en la columna sabatina “Desde la bancada periodística”, el 8 de septiembre escribíamos lo siguiente: “Todos lo dan por descontado. Aseguran que las elecciones provinciales para elegir la mitad de las cámaras y los concejos deliberantes serán en marzo de 2013. El peronismo, y por ende el Frente para la Victoria, tienen ansiedades relacionadas con la necesidad de consolidar los espacios de poder conseguidos hace 18 meses atrás. Los radicales, sometidos al albur de elegir candidatos sin que pasen por el filtro de una interna, también quieren sacarse de encima las presiones y para ello nada mejor que disputar la lid lo más rápidamente posible.El propio periodismo, el de aquí y allende las fronteras provinciales, apura los tiempos electorales como si fuera la droga predilecta para hacer catarsis con su necesidad de escudriñar la política. En fin, es como si todos los actores sociales cincharan para que la bola electoral caiga en el habitáculo de marzo, un mes que Catamarca ha convertido -voluntaria o involuntariamente- en la apertura del calendario de elecciones nacionales. Y precisamente en esta costumbre que impuso el radicalismo de Catamarca en los últimos quince años radica la duda de saber si el gobierno convocará en tal o cual fecha. Hacerlo o no hacerlo depende de varios factores e intereses en juego”.

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A continuación especulábamos con los pasos que podía dar la administración Corpacci. Decíamos aquel 8 de septiembre: “En el gobierno, aun con la afluencia menor -aproximadamente un 20% en relación con una disputa por la gobernación- que propone un acto de medio término, no existen dudas en el triunfo, pero son conscientes de que subestimar al rival jamás es buena táctica. Mucho más si el contrincante tiene posibilidades de recibir apoyos externos, concretamente económicos, como efectivamente las tiene. Aquí está la duda oficialista. ¿La prensa nacional se quedará quieta y seguirá los comicios desde la Capital Federal o se instalará en Catamarca un mes antes para pujar por una victoria antikirchnerista? ¿Las grandes corporaciones económicas, hoy frontalmente enfrentadas con Cristina Kirchner, no podrán otorgar a los radicales de Catamarca la ayuda pecuniaria que necesitan para empardar al “caballo del comisario”? ¿Qué son cinco o diez millones de pesos para quienes, con tal de hacer hocicar a quien consideran su enemiga, pueden inclusive apostar mucho más? Los movimientos enemigos, por otro lado, no pasan desapercibidos. Uno de ellos lo realizó hace dos semanas atrás el senador nacional Oscar Castillo que, además de votar en contra del proyecto para transferir fondos judiciales desde el Banco Ciudad al Banco Nación, lanzó un discurso especialmente duro contra el gobierno central. Dijo, por ejemplo, que sabía a quién perjudicaba el proyecto -a Mauricio Macri, claramente-, lo que para muchos fue un guiño hacia los propietarios del poder económico de la Argentina. Más sospechoso aún si existió especial preocupación por difundir su punto de vista”.
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A partir de allí referenciábamos los antecedentes electorales de Catamarca con involucramiento kirchnerista y, claramente, no descartamos que las elecciones se programaran para octubre, como finalmente ocurrió. Esto decíamos en aquel entonces: “Lo que pasó con Catamarca en 2009 y 2011 está muy presente en los laboratorios estratégicos del kirchnerismo. Aquella primera ocasión, con Néstor Kirchner metido hasta los huesos en la provincia, la derrota obligó al gobierno nacional a adelantar las elecciones nacionales -de octubre a junio de 2009- que también iban a ser trago amargo para la dupla Néstor-Cristina. El cambio rotundo de 2011 volvió a influir en la esfera nacional, pero al revés. El triunfo de Catamarca, que privó al grupo Clarín de anunciar el primer traspié del kirchnerismo en el año, abrió el camino a éxitos en cadena de Cristina, la gran electora en tierra ambateña. El presente político encierra el dilema del título de este panorama semanal de los días sábado. ¿Marzo u octubre? Marzo tiene sus atractivos, pero algunos resplandores rojizos hacen dudar a quienes deben tomar la decisión. ¿Tratar de regalarle el primer triunfo del año a la presidenta no encierra peligros de boomerang? Quienes divisan un horizonte problemático o menos tranquilo de lo que supone la mayoría para una elección puramente de renovación legislativa, se inclinan por hacer las elecciones en forma conjunta a las nacionales. En tal caso, a un año de distancia, sólo asoma la posibilidad negativa de un tembladeral económico o la declinación en cuanto a la imagen de Cristina Kirchner y Lucía Corpacci. Lo repetimos. Todos aseguran comicios para marzo. También nosotros, pero de ninguna manera descartamos octubre”.

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Develada la incógnita, el radicalismo salió a plantear eventuales temores del gobierno para medir fuerzas en marzo. Pueden tener algún asidero, pero la verdad es que la postergación tuvo contras para ambos bandos. El oficialismo deja de lado la posibilidad de un triunfo que mejore su difícil posición en las cámaras legislativas y de regalarle una sonrisa amplia a Cristina Fernández, pero también para las huestes opositoras no fue precisamente una buena noticia. Por empezar ya no tienen margen alguno para dilatar -con motivos concretos, se entiende- la interna de cargos electivos, sobre la que oportunamente volveremos, y los arreglos que había logrado a nivel nacional se desvanecen considerablemente para el mes de octubre. Mauricio Macri y Luis Barrionuevo, con quienes se había logrado acuerdos estratégicos, no podrán hacer entonces lo que habían programado para marzo. Esto era, instalarse en Catamarca, poner dinero y tratar de asestarle un golpe mortal, más que a Lucía, a Cristina. Aparte de los recursos, contaban con el apoyo de los grandes grupos mediáticos que, gustosamente, se iban a instalar en la provincia para hacer “su propia campaña”.

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RECUERDOS HACIA EL PRESENTE. Como es habitual, terminamos los “Apuntes” con la memoración de hechos que ocurrieron hace 25 años atrás.
En las postrimerías del año 87, en medio de las burbujas de las fiestas, continuaban las asunciones dentro del equipo de gobierno de Vicente Saadi, quien había asumido el 10 de diciembre de aquel año. De esta forma juró como subsecretario de Hacienda -años después iba a ser ministro- el contador Carlos Elías Bogomolny, reemplazando en el cargo a Hugo del Calz Moya. Como contador general de la provincia asumía Luis Florencio Cano y como director de personal, José Antonio Luna Colombres.

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Pero la noticia principal de aquellos cálidos días de diciembre del ‘87 tenía que ver con el propio gobernador y con los sucesos que, alrededor de él, sucederían en el futuro cercano. A escasos veinte días de haber iniciado el mandato pedía una licencia de 60 días, la que fue aprobada por unanimidad por la Cámara de Diputados de la provincia. Podía tomarla, si así lo decidía el doctor Saadi, a partir del 30 de diciembre, es decir un día como hoy. Obviamente que la licencia tan repentina tenía que ver con la salud del gobernador que se deterioraba día a día y que, meses más tarde, iba a determinar su muerte en el Instituto del Diagnóstico de la ciudad de Buenos Aires.
 

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