Editorial

La otra cara

sábado, 8 de diciembre de 2012 00:00
sábado, 8 de diciembre de 2012 00:00

Además de la mirada religiosa que permite un acontecimiento como la Procesión de la Virgen del Valle, es posible analizar este hecho desde otros enfoques. Uno es el turístico, referido a la mayor actividad económica de estos días en servicios de hotelería, restoranes, negocios de productos regionales y otras actividades que se benefician por el consumo que realizan quienes llegan a Catamarca como devotos de la Madre Morena. También está la perspectiva del testimonio de los peregrinos que llegan hasta el Santuario luego de atravesar gran cantidad de kilómetros a pie, en bicicleta o en otros vehículos de mayor porte sin que los amedrenten calores, lluvias, cansancio y demás factores que dificultan la marcha.
La contracara del turismo y del testimonio de peregrinos, es el caos que se registra en rutas, accesos y en la misma ciudad Capital que hasta crea condiciones para accidentes muchas veces fatales. Grupos eclesiales y servicios gubernamentales salen al encuentro de los caminantes, para darles la bienvenida y asistirlos. Se preparan escuelas y espacios públicos para que puedan reposar y contar con instalaciones sanitarias. Pero todo esto resulta muy insuficiente. La ciudad se torna intransitable e insalubre. Se expanden malos olores porque cualquier rincón es usado como baño, los colectivos estacionan en todo el casco céntrico y la vegetación y ornamentos de las plazas quedan arrasados, sólo por señalar algunos trastornos.
En el mundo abundan santuarios y ciudades de peregrinación que se organizaron para recibir multitudes durante todo el año o en determinadas fechas y lo hacen tan bien, que nada de lo descripto anteriormente sucede en esos lugares. No pensemos en Jerusalén u otros grandes centros de devoción, sino en lugares más modestos de los que es posible tomar ejemplo. De esta forma se podrán hacer las debidas previsiones, de modo que en lo sucesivo no se produzcan los desbordes crecientes que en abril y diciembre vivimos para estas celebraciones.
 

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