Desde la bancada periodística

“La historia vuelve a repetirse”

sábado, 12 de enero de 2013 00:00
sábado, 12 de enero de 2013 00:00

El cruce de acusaciones de esta semana entre el diputado Alfredo Gómez y el senador Jorge “Yayo” Agüero”, ambos radicales, no es una controversia más. Es, nada menos y nada más, que la génesis de la caída de lo que fue el Frente Cívico y Social (dejó de serlo cuando la UCR se quedó sola y sin aliados visibles).
Es que por “los Gómez” y “los Agüero”, empachados de poder y cubiertos por la impunidad, comenzó el desmoronamiento.
La oposición política -hoy gobierno- no existía y sólo servía para conformar la fachada democrática que comenzaba a convertirse en autocracia. Militaban en ella mercenarios de distinto nivel que, como adversarios, tenían la fuerza de daño que puede ejercer la picadura de un mosquito en la oreja de un elefante.
Fue en ese tiempo, a partir del triunfo por cifras aplastantes (hubo más de 35.000 votos de diferencia) del Frente Cívico sobre el PJ “barrionuevista” del 2007 cuando surgió la bisagra histórica. Con el peronismo a punto de desaparecer, comenzó la sórdida lucha dentro del Frente Cívico y allí surgieron “los Gómez” y “los Agüero” para iniciar una guerra fratricida que los llevaría a resignar al gobierno y, lo que es peor, a despertar al enemigo que creían muerto.

La autocrítica ausente

Lo dijimos en incontables oportunidades en esta columna política de los días sábado. Lo peor para los radicales no fue la derrota del 13 de marzo de 2011. Fue su falta de autocrítica para comprender por qué, cuando menos lo esperaban, perdieron el poder. Desde aquella tragedia electoral, hasta el día de hoy, cuando han pasado nada menos que dos años y cinco convenciones, no se escuchó a ningún dirigente plantear la delimitación de responsabilidades. Eso en política es gravísimo.
Solamente una vez -promediando 2012- hubo una mínima referencia al tema. Fue cuando la exsenadora Martha Grimaux de Blanco, tras una reunión del alto mando partidario, dijo que “culpables de la derrota eran todos”. Más que declaración, fue un aviso. No iba a haber autocrítica. Martha igualaba las responsabilidades de Brizuela del Moral, que se obstinó con un tercer mandato de gobernador, con el último concejal de la villa de Ancasti, pasando por un líder partidario como Oscar Castillo, que siguió la derrota de su Partido “por radio y televisión” y no en las trincheras donde se lucha por los votos.
En la política mundial no existe Partido o formación que haya vuelto al poder sin autocrítica y renovación. Allí está el gran problema de la UCR. No hizo ni una ni otra cosa. Por un lado “nadie tiene la culpa de nada” y por el otro siguen en los niveles de conducción las mismas personas que llevaron a la derrota partidaria.
El problema es que heridas de cierta magnitud, como son las políticas, no cicatrizan fácilmente. Por eso se cruzaron el diputado Gómez y el senador Agüero. Éste último, sin duda uno de los mejores cuadros del radicalismo, más que amonestarlo por haber dado quórum en una sesión en el que el Frente para la Victoria logró ventajas, le reclamó el pasado. Y, cuando le contestó, Alfredo Gómez también le removió la herida del pasado, no una quincena de cargos que negoció el bloque de senadores de la UCR para aprobar el presupuesto 2013.

De prebendas y migajas

Veinte años de gobierno no son gratis. Generan desgaste. Y si alguien no controla el equilibrio o los brotes de discordia, le puede suceder lo que le pasó a la UCR de Catamarca.
Después del triunfo abrumador del 2007 apareció en escena Gustavo “El Gallo” Jalile, el caudillo chacarero que armó el Movimiento de Integración Radical (MIRA) en toda la provincia. Fue una forma de plantarse ante celestes y renovadores que se repartían, entre ellos, las mayores prebendas y dejaban las migajas para los sectores minoritarios. Lo máximo podía ser una banca.
Primero el hermano diputado -Augusto César- del intendente chacarero estuvo a punto de arreglar con los peronistas la presidencia de la Cámara baja. Fue el germen que iba a derivar en un escándalo en 2009 después que, paradójicamente, el Frente Cívico lograra otra victoria resonante, nada menos que contra el expresidente Néstor Kirchner que, personalmente, vino a hacer campaña en la provincia.
Dos de los diputados de aquel MIRA, el recientemente fallecido Luis Eduardo Barrionuevo y Alfredo Gómez, propusieron a celestes y renovadores conducir la Cámara cuando ya se probaban sus trajes de gala para asumir Juan Pablo Millán o Marita Colombo. O recibían el apoyo del bloque o lograban el mismo objetivo con los votos peronista. Los respaldaba un dicho de tiempos contemporáneos: “el que avisa no traiciona”.
Así fue como el Frente Cívico, después de ganarle, primero al gastronómico Luis Barrionuevo por paliza y después a Néstor Kirchner por números elocuentes, perdía increíblemente un enclave político fundamental: la Cámara de Diputados.
Fue el principio del fin. Ese 2009 y todo el 2010 los escándalos fueron la característica saliente de una Cámara manejada por el jalilismo -tiempo después se tornó incontrolable e hizo de las suyas el médico Barrionuevo- contra el propio radicalismo.

El pase de facturas

Como lo dijimos anteriormente, las recriminaciones del senador Agüero y las respuestas de Gómez no son producto de la coyuntura. Vienen del pasado. Nacieron de desencuentros y cuitas no arregladas que, desgraciadamente para la UCR, ya no tienen ninguna solución.
El problema mayor, precisamente por la autocrítica que nunca se hizo, es que nadie habla con claridad.
Agüero lo acusa a Gómez de haber favorecido la semana pasada al Frente para la Victoria y de votar sus proyectos. Paralelamente, junto a los otros senadores radicales, alienta que sea expulsado del Partido. Pero no dice que quiere cobrarle el arreglo del 2009 con los peronistas. ¡Tarde “Yayo”!
Gómez le reclama autoridad moral a Agüero para endilgarle responsabilidades cuando su sector arregló con el gobierno la aprobación de proyectos como el Presupuesto a cambio de 15 ó 20 cargos. Lo que no le dice es que cuando la UCR era gobierno, de la misma forma que ahora, el entente celeste-renovador se “la llevaba toda” -lo cual es cierto-, lo que obligó al MIRA a tomar medidas no deseadas.
Quien ha salido a terciar en este embrollo del pasado con rebrotes en el presente es el exintendente Gustavo Jalile. Tampoco habla claro el conductor natural del MIRA porque, con los rebusques del lenguaje, quiere quedar bien “con Dios y con el Diablo”, algo muy difícil de lograr.
Defiende a Gómez -¡cómo no lo va a defender si fue su mentor!-, pero al mismo tiempo busca no enervar a celestes y renovadores, con los cuales tiene un principio de acuerdo.
Jalile, entre otras cosas, dice textualmente: “Alfredo tiene muchas razones(?), pero también las hay de la otra parte (?). Lo que si estamos analizando es de conversar no solamente con la gente de la línea, sino con la gente de los otros sectores, con los senadores y la gente del Partido para que esta situación se aclare, porque creo que Catamarca no merece que la oposición esté dividida. Creo que pasa por una cuestión de diálogo, que es lo que hablamos en la reunión del MIRA”.
Al lector, posiblemente, le resulte complicado entender las palabras del exintendente chacarero. Las razones de Alfredo, en realidad, fueron las suyas en los años 2008, 2009 y 2010. Y las razones “de la otra parte”, largamente extemporáneas, cuesta justificarlas ahora cuando debieron ser expresadas hace tiempo.
Finalmente habla de diálogo, un insumo que hoy no existe en la UCR. Mucho más después de lo que supo decir el diputado Raúl Giné, que representa a uno de los dos líderes partidarios. Proclamó, sin ambages, que a quien no le gusten las reglas del juego debe buscarse otro espacio político. Así de claro y contundente.
Ese mensaje vale para Gómez. No hace falta que lo expulsen, está expulsado de hecho, como casi los que ya se fueron. También, en sentido contrario, vale para Agüero, por estar de acuerdo con “las reglas de juego” que habló Giné.

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